«Las ratas entran en nuestros locales, no podemos controlarlas»

carlos ponce TUI / LA VOZ

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Carlos Ponce

Vecinos, comerciantes y hosteleros de la zona histórica de Tui denuncian la presencia de muchos roedores

14 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Vecinos, comerciantes y hosteleros del casco histórico de Tui, especialmente de la zona baja, demandan una solución urgente al Concello ante la presencia de ratas en las calles. «Non as podemos controlar», afirma Sonia Alonso, una de las socias del establecimiento Viños e Tapas, situado muy cerca de la catedral. Es la corriente de opinión más común entre los empresarios de la zona.

El caso de Viños y Tapas es uno de los más sangrantes. Alonso asegura que el servicio de control de plagas tiene que acudir al menos dos veces al año para fumigar el local. En ocasiones, la situación se vuelve muy desagradable, hasta el punto de que los roedores caminan entre los pies de los clientes. «Os clientes habituais volven, pero se viñesen por primeira vez e se atopan ratas aquí, non volverían. Cada vez que vexo terra nas escaleiras, póñome en alerta», reconoce Alonso, que lamenta la suciedad y el abandono de gran parte del casco histórico, lo que facilita la aparición de los roedores.

La calle San Telmo es una de las más afectadas. La cantidad de casas abandonadas y el foco de infección que generan los contenedores de basura subterráneos provocan la presencia considerable de ratas. En la empresa de construcción 16 de julio, situada en esa vía, entró recientemente una. «Me tuve que subir a una silla hasta que se fue», recuerda Shaida Lamas, una de las empleadas.

Todos coinciden en que el Concello tiene que poner fin cuanto antes al problema de la falta de limpieza en el casco vello.

Al final de la calle San Telmo, en la panadería que lleva el mismo nombre, su propietaria, Antonia Gómez, vive rodeada de malos olores provocados por las alcantarillas y la porquería. Detrás de los coches aparcados, se pueden encontrar excrementos que llevan meses sin ser recogidos por los operarios de limpieza. Todo ello, unido a las construcciones abandonadas cercanas, ha provocado una invasión recientemente en su local. «Tuve que llamar al Concello para que viniesen a tapar un agujero en el suelo del que no dejaban de salir ratas. Lo acabaron cerrando. Les dije que si no lo hacían, los denunciaba», recuerda Gómez. Los roedores entraron en su local, «aunque menos mal que no tocaron el pan y no llegaron a donde se amasa la harina», apunta. Ha tenido que solicitar en repetidas ocasiones los servicios de una empresa desratizadora para matar a los animales y fumigar su establecimiento.

Su vivienda está en el mismo edificio, y recuerda cómo en una ocasión los roedores entraron en su casa y agujerearon varios cartones de leche. «Tenía un miedo espantoso. Mi hijo incluso se encontró mal», recuerda.

Dolores Rodal, una vecina que vive al lado de la panadería, también denuncia que «gasté más de dos cajas de veneno para matar a las ratas de mi huerta».

Otros vecinos aseguran que la rata muerta que está en las ruinas de la antigua sinagoga de la calle Ordóñez, lleva ahí meses.