Educación traslada la clase de la niña de cristal de Tomiño a la planta baja por no poder hacerse el ascensor

Monica Torres
Mónica Torres TOMIÑO

TOMIÑO

Mónica

«¿Voy a poder salir a clase mañana con mis amigos», espetó entusiasmada  la pequeña de 11 años al conocer la decisión de la Xunta

14 jun 2019 . Actualizado a las 19:41 h.

«¿Voy a poder salir al recreo con mis compañeros?». El entusiasmo, la alegría y la fuerza con la que la pregunta de Uxía irrumpió esta tarde la conversación en la que La Voz confirmaba a su madre que la Consellería de Educación había conseguido un solución para que la pequeña pueda asistir a clase con normalidad a partir de mañana, evidencia la salud de una joven sobradamente educada para vivir con una enfermedad congénita. Esta estudiante, que padece una osteogénesis imperfecta, conocida como la enfermedad de los huesos de cristal y una dolencia cardíaca (Síndrome de Wolf-Parkkinson-White), que le impide hacer esfuerzos, los ha redoblado desde que nació para llevar sus estudios al día. Un nuevo problema óseo le obliga a usar una silla de ruedas, como mínimo hasta el 21 de marzo y, hasta entonces estaba «condenada», a quedarse sin recreo y depender de terceras personas para poder asistir a las clases en el segundo piso de su colegio, sin ascensor.

La Consellería de Educación envió hoy mismo al CEIP Pintor Antonio Fernández de Goián a Inspección y al Equipo de Orientación Específica para evaluar la solución más apropiada y se ha decidido que «se trasladará el aula de quinto de Primaria a la planta baja y se acondicionará lo más rápido posible con todos los servicios Abalar». «Además mañana mismo, se va a incorporar al centro una auxiliar cuidadora durante el tiempo de uso de la silla de ruedas», explica la Consellería de Educación. Respecto a la posibilidad de lograr un ascensor, objetivo en el que Uxía y su madre Pilar, trabajan codo a codo, porque la pequeña ya perdió a su padre hace cuatro años, la aplicadísima estudiante también puede ponerse buena nota. Su pretensión era que se construyera aunque a ella solo le queda un año en este centro «porque cualquier niño lo puede necesitar en el futuro». Los técnicos de Educación explicaron ayer que la niña fue escolarizada en un centro «de construcción antiga e non accesible, cuestión esta difícilmente solventable debido á propia estructura construtiva e que foi abordada xa ao comezo de curso coa propia nai da alumna, que estivo de acordo coa opción da aula na primeira pranta».

La lucha de Uxía y su madre desató nada más conocerse tal ola solidaria, que hoy se sumaron a su petición cerca de 200 asociaciones de padres y madres. Bertila Fernández, en representación de Foanpas (La Federación olívica de pais e nais), confirmó el respaldo de todas estas entidades tras ponerse en contacto directamente con las federaciones de O Condado, A Paradanta y A Louriña, la de Cangas y la de O Val Miñor. «Es un derecho que todos los niños tengan satisfechas sus necesidades como establece la legislación educativa», recordó. Respaldan la demanda del ascensor pero valoran especialmente «el arrojo, la empatía y nobleza» de la lucha que comparten madre e hija, «porque no piden nada sino que defienden algo bueno para toda la comunidad educativa».

«¿Voy a poder salir al recreo con mis compañeros?». El entusiasmo, la alegría y la fuerza con la que la pregunta de Uxía irrumpió esta tarde la conversación en la que La Voz confirmaba a su madre que la Consellería de Educación había conseguido un solución para que la pequeña pueda asistir a clase con normalidad a partir de mañana, evidencia la salud de una joven sobradamente educada para vivir con una enfermedad congénita. Esta estudiante, que padece una osteogénesis imperfecta, conocida como la enfermedad de los huesos de cristal y una dolencia cardíaca (Síndrome de Wolf-Parkkinson-White), que le impide hacer esfuerzos, los ha redoblado desde que nació para llevar sus estudios al día. Un nuevo problema óseo le obliga a usar una silla de ruedas, como mínimo hasta el 21 de marzo y, hasta entonces estaba «condenada», a quedarse sin recreo y depender de terceras personas para poder asistir a las clases en el segundo piso de su colegio, sin ascensor.

La Consellería de Educación envió hoy mismo al CEIP Pintor Antonio Fernández de Goián a Inspección y al Equipo de Orientación Específica para evaluar la solución más apropiada y se ha decidido que «se trasladará el aula de quinto de Primaria a la planta baja y se acondicionará lo más rápido posible con todos los servicios Abalar». «Además mañana mismo, se va a incorporar al centro una auxiliar cuidadora durante el tiempo de uso de la silla de ruedas», explica la Consellería de Educación. Respecto a la posibilidad de lograr un ascensor, objetivo en el que Uxía y su madre Pilar, trabajan codo a codo, porque la pequeña ya perdió a su padre hace cuatro años, la aplicadísima estudiante también puede ponerse buena nota. Su pretensión era que se construyera aunque a ella solo le queda un año en este centro «porque cualquier niño lo puede necesitar en el futuro». Los técnicos de Educación explicaron ayer que la niña fue escolarizada en un centro «de construcción antiga e non accesible, cuestión esta difícilmente solventable debido á propia estructura construtiva e que foi abordada xa ao comezo de curso coa propia nai da alumna, que estivo de acordo coa opción da aula na primeira pranta».

La lucha de Uxía y su madre desató nada más conocerse tal ola solidaria, que hoy se sumaron a su petición cerca de 200 asociaciones de padres y madres. Bertila Fernández, en representación de Foanpas (La Federación olívica de pais e nais), confirmó el respaldo de todas estas entidades tras ponerse en contacto directamente con las federaciones de O Condado, A Paradanta y A Louriña, la de Cangas y la de O Val Miñor. «Es un derecho que todos los niños tengan satisfechas sus necesidades como establece la legislación educativa», recordó. Respaldan la demanda del ascensor pero valoran especialmente «el arrojo, la empatía y nobleza» de la lucha que comparten madre e hija, «porque no piden nada sino que defienden algo bueno para toda la comunidad educativa». Uxía se mostraba feliz esta tarde sabiendo que va a poder seguir disfrutando se sus amigos y profes del cole «a tiempo completo» y como una más.