El altruista ejercicio de recuperar el río Daión, en Arcade

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

SOUTOMAIOR

Un grupo de vecinos, alentados por Alejandro Búa, limpian el curso del regato oculto por la vegetación

10 abr 2023 . Actualizado a las 23:43 h.

Seguramente, para la mayoría de quienes no conozcan Arcade (e incluso para mucha gente de Arcade) les resultará desconocido el río Daión. Es de estos ríos denominados así, desde el cariño, porque sería más bien un regato, uno más de los miles de Galicia, aunque en este caso tiene una bonita historia que contar. Empecemos por ubicarlo.

El río Daión nace en el entorno de donde actualmente se ubica el instituto de Soutomaior, en Arcade y, cruzando el barrio de A Devesa, desemboca en la playa fluvial de A Xunqueira, en el lado de Soutomaior del río Verdugo, muy cerca de su desembocadura en la ensenada de San Simón. Se puede acceder bajando la carretera tras la iglesia de Santiago en Arcade o bien caminando en dirección a la desembocadura del río desde la playa de A Xunqueira.

Su recorrido es de apenas un par de kilómetros, con un caudal que, aunque se multiplica con las lluvias, suele ser modesto aunque, y este dato es importante, nunca llegue a secarse. Hasta mediados del siglo pasado, el Daión y su entorno tuvieron intensa actividad, como atestiguan sus molinos, tierras de cultivo e incluso un lavadero, pero con el tiempo todo se fue abandonando y cayendo en el olvido hasta el punto de que la maleza cubrió los molinos, los canales de los mismos fueron rompiéndose, y la zona se convirtió en impracticable. La pequeña presa de abastecimiento al mayor de los molinos llegó a estar completamente cubierta de tierra, y una vez excavada su falta de aporte de agua propició que fuera ocupada por plantas invasoras como la tradescantia, que colonizó el resto del lugar y, como suele suceder, poco a poco, el lugar incorporó su correspondiente vertedero de todo tipo de residuos imaginables.

Salvo que se supiera previamente nadie podía imaginar que bajo aquella maleza existían caminos, presas, canales, molinos lavadero y un río. Aquel abandono era motivo de comentarios recurrentes entre el vecindario, ya saben: «qué pena que esté así», «alguien debería hacer algo», etc.

Así estaban las cosas mientras el tiempo pasaba (y el deterioro continuaba) hasta que alguien decide dar el primer paso y Alejandro Búa, propietario de una tienda agraria en Arcade y miembro de la comunidad de montes, empieza a reclutar entre su clientela y amistades un grupo para recuperar ese entorno, tanto natural como patrimonialmente. Alejandro fue capaz de concitar voluntades y de esta forma, durante varios fines de semana, un grupo de vecinos y vecinas y familias enteras, de forma totalmente altruista y autoorganizada, trabajaron a destajo para eliminar el vertedero y las plantas invasoras, recuperar los caminos y los canales que abastecían los molinos y el lavadero y hacer una repoblación con especies autóctonas de árboles y arbustos. Un ejemplo de custodia del territorio.

Queda todavía tarea por hacer, como restaurar y volver a poner en funcionamiento alguno de los molinos, y el mantenimiento de la zona, que da bastante trabajo (y sigue haciendo de forma altruista el vecindario) recuperar muchos topónimos, etnografía e historias asociadas, señalizar una pequeña ruta y un largo etc, pero el primer paso ha sido dado.

Es evidente que las administraciones deben implicarse en la conservación y la recuperación del patrimonio natural y cultural, es su obligación hacerlo, pero también es bonito comprobar que sin ayuda de nadie un grupo de vecinos y vecinas pueden asumir esa responsabilidad regalando su esfuerzo en beneficio de la comunidad. El espacio natural del río Daión es muy pequeñito, a ojo apenas un par de hectáreas, pero vale la pena visitarlo y reconocer el esfuerzo y el ejemplo de este vecindario.