«En muchos sitios soy la primera mujer camionera que ha pasado por allí»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

SOUTOMAIOR

MONICA IRAGO

Dejó su trabajo como administrativa para sacarse el carné de tráiler y montar una empresa de transporte; conduce por Galicia pero sueña con irse de ruta por Italia

13 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hija mía, vales para todo». Cuenta Carmela Campelo (Marín, 1977) —a la que todos conocen como Mela— que así respondió su madre cuando le dijo que iba a trabajar como camionera. Dos años después de sacarse el carné, esta vecina de Arcade lleva miles de kilómetros encima a bordo de un tráiler de 16 metros y medio y de hasta 40 toneladas. «La vida da muchas vueltas. Mi marido es camionero, siempre me gustó, recorrí con él toda España, pero nunca le puse fecha. Él me animó y empecé: saqué el título de transportista, el ADR de mercancías peligrosas y, al final, el carné».

Así empezó un nuevo camino en su vida que la ha llevado por senderos desconocidos, algunos complicados —con algún susto incluido—, y otros inexplorados. «A veces llego a cargar y, en la oficina donde me reciben, me preguntan si voy en una furgoneta. En muchos sitios me dicen que soy la primera mujer camionera que ha pasado por allí. Me ocurrió hace unos días en Pontecesures, cargando aluminio». El perfil de Mela es infrecuente, también por su faceta como empresaria del sector.

Fue un golpe del destino el que le hizo dar el salto de la oficina, a la cabina. Mela Campelo trabajaba como administrativa en una empresa de construcción. Esta firma se hizo con un camión y empezó a operar en el sector del transporte pero, por circunstancias de salud, el tráiler se quedo sin chófer. Ahí surgió la oportunidad de convertirse en transportista y en empresaria. Junto a una compañera de la empresa en la que trabajaba fundaron Trans Arume, una firma que, a día de hoy, gestiona dos camiones que mueven mercancía por toda España. «Mi socia Marisa y yo arrancamos con un camión, con mucho trabajo por la pandemia, y ahora tenemos dos. Al principio fue duro, el estado de alarma nos perjudicó porque montamos la empresa en febrero de 2020, y en marzo compramos el camión, pero por temas de papeleo no pudimos ponerlo en marcha hasta mayo; en julio del mismo año ya compramos el otro tráiler».

«Miran a ver cómo maniobras»

La empresa tiene dos empleados, dos camioneros, que se encargan de la ruta nacional. Mela se ocupa de las cargas, descargas y los viajes por el territorio gallego, para dar el relevo a los conductores que tiene en plantilla. «Cuando estaba buscando chófer hablé con dos mujeres pero no podían incorporarse a trabajar con nosotros. Tengo a los compañeros pero también me gustaría poder tener una conductora mujer para poder viajar las dos en ruta. La cabina del camión es un sitio muy pequeño para dormir dos personas, tendría que ser una chica». Pero no se topa con muchas, «alguna vez, me he cruzado con alguna en carretera, pero no en los sitios de carga y descarga».

Es la menor de tres hermanos, y además, aventurera. Cuando baja del camión Mela se sube a la piragua con su hija.
Es la menor de tres hermanos, y además, aventurera. Cuando baja del camión Mela se sube a la piragua con su hija.

No obstante, trabajar entre hombres no supone ningún problema, prima el compañerismo, ya sea indicando las maniobras y hasta facilitando el aparcamiento, aunque esta camionera está acostumbrada a convivir con los prejuicios. «En algunos sitios te ven llegar y se quedan mirando, a ver cómo vas a hacer la maniobra, a ver si la haces mal, sobre todo los mayores», explica. Mela recuerda el día en que oyó a un niño decirle a su madre, en un control de la ITV, que estaba viendo a un camionero sacar la mano por la ventanilla con las uñas pintadas. «Me ha pasado de ir a alguna carga a sitios en los que tengo que pasar por una zona magnética y preguntar si es peligroso por si estoy embarazada y se quedan con cara de asombro, no saben reaccionar». A lo que se suma la falta de aseos de mujeres y duchas. «Eso sí, donde los hay, siempre están limpios», dice entre risas.

Aún siendo empresaria, esta camionera asegura que es un oficio poco remunerado. Muchas horas de conducción, trayectos que muchas veces conllevan dormir fuera de casa y la imposición de algunas empresas que obligan a los transportistas a descargar la mercancía. «Yo tengo carné de carretillera pero creo que se debería prohibir porque después de conducir siete horas al día, puede ser peligroso. Es un riesgo que asumes porque, de lo contrario, te dejan allí tres o cuatro horas esperando para descargarte la mercancía». La subida de los combustibles y la amenaza de cobro por el uso de autovías ponen la puntilla a un sector que se está rebelando. La pandemia agravó los problemas de estos profesionales que se topan con muchas puertas cerradas durante sus viajes. «Hay pocas áreas de descanso para dormir, estás expuesto a robos de combustible, a encontrarte las lonas rajadas... Esto está mal pagado. Y lo digo como empresaria también. Las tarifas son de hace muchos años y no puedes pagar al chófer lo que merece».

A pesar de todo, Mela Campelo quiere jubilarse como camionera. «Yo sigo siendo administrativa con las gestiones de la empresa pero me gusta coger el camión y escapar de la oficina. Cuando mi hija sea mayor me gustaría poder hacer viajes largos». Su trayecto soñado es subirse al tráiler y escaparse, rodando, a Italia.

Su canción

«Cada vez cadáver», de Fito & Fitipaldis. «Me gusta la letra cuando dice ‘‘No sé quién soy o quién quiero ser: rey o bufón’’. La vida es así, hoy estás arriba, mañana estás abajo. En mi trabajo, a veces te ven mojada, a veces te manchas al abrir la lona... Pero soy la misma: ‘‘Un rey’’ por dentro, aunque parezca ‘‘un bufón’’».