Los días contados de la Presa do Inferno

Antón Lois AMIGOS DA TERRA TIERRA@VIGO.ORG

SOUTOMAIOR

CEDIDA

Soutomaior y Ponte Caldelas caminan hacia eliminar una concesión hidroeléctrica de más de un siglo

10 dic 2018 . Actualizado a las 11:45 h.

Conservar los pocos espacios naturales que nos quedan dignos de tal nombre es imprescindible, pero insuficiente. Es tanto lo perdido que necesitamos reconstruir, o mejor sentar las bases para que la naturaleza lo haga, muchos de esos espacios que en su día destruimos y seguimos haciéndolo. Esta semana los Concellos de Soutomaior y Ponte Caldelas acaban de dar un paso adelante en esa dirección: la Presa do Inferno, una concesión hidroeléctrica de hace más de un siglo, tiene los días contados. Y para variar, en lugar de una más, podemos tener una presa menos. En lugar de seguir destrozando nuestros ríos podemos empezar a recuperarlos, el Verdugo en este caso.

Ambos concellos acaban de aprobar sendas mociones en sus plenos solicitando que ese embalse sea desmantelado. Presa do Inferno era el depósito de agua que suministraba caudal a la minicentral hidroeléctrica Laforet, que, como los tradicionales muíños de cubo, canaliza el agua por una tubería de gran desnivel incrementando su presión. De esta forma, con menos cantidad de agua, se conseguía mover las turbinas. Más eficiente, comparando con las grande presas, sí que es el sistema, pero a cambio significó (y significa) sacrificar los ríos que, por su pequeño o irregular caudal, se habían salvado de las grandes infraestructuras hidráulicas y que consecuentemente eran los ecológicamente mejor conservados.

Aquella presa, como tantas otras, cortó radicalmente todos los procesos ecológicos del ecosistema. Como anécdota recordemos que solo hace una década (y con multa de por medio) se instalaron las escalas de remonte para los salmónidos, esas que siguen siendo obligatorias y que tantos embalses siguen sin instalar. La decisión de recuperar el río es digna de felicitar, y el beneficio no solo ambiental, sino también económico que implicará, pues sus efectos beneficiosos llegarán a la pesca y marisqueo de todo el curso fluvial y la ensenada de San Simón, (auténtico progreso con base en la sostenibilidad). Pero ahora toca ponerla en práctica, que no será fácil, pues ni siquiera se comenzó aún a elaborar el expediente de caducidad. Que la concesión a la hidroeléctrica haya caducado tampoco evita que se pueda renovar o volver a ofertar una nueva concesión.

En el mejor de los casos eliminar la presa tampoco será barato, pues a pesar de la obligatoriedad en estos casos de, una vez terminada la concesión, devolver el río a su estado original abundan los ejemplos de «desaparecer» repentinamente la empresa responsable. Más de un siglo después de su construcción la presa se ha convertido en un ecosistema complejo al que muchas especies se adaptaron y otras llegaron para quedarse. Vaciar la presa de golpe provocaría un impacto ecológico similar al que causó en su día su construcción. Incluso, si admiten la sugerencia, no sería mala idea conservar en la actual cabecera de la Presa do Inferno una superficie de agua embalsada y calificarla como zona de reserva integral para la conservación de los anfibios. La explicación: esa zona parece estar libre todavía de la presencia de CMTV-Ranavirus, un virus letal que está diezmando las poblaciones de anfibios y se extiende de forma vertiginosa hasta el punto de que ya se le conoce popularmente como «el ébola de los anfibios».

En cualquier caso corresponde felicitar a la Plataforma en Defensa del Río Verdugo y a la asociación Arrente do Chan por su valiente iniciativa, y al BNG, que la respaldó y presentó en ambos concellos. Recordemos que esa presa era la que se proponía como toma de agua para aquel trasvase de emergencia del Verdugo a Eiras. Si aquel trasvase se hubiera ejecutado (los mismos concellos se opusieron) hoy recuperar el río sería todavía más difícil. Aprendamos la lección.