Las constantes incautaciones de plantaciones, de Tui a Arbo, son solo la punta del iceberg de un negocio silencioso que se expande más allá del Miño con clientes de todos los tamaños

JAVIER ROMERO

Las incautaciones se suceden semanalmente sin desestabilizar los precios de mercado. Más de 1.000 plantas fue la última muesca. Aparecieron dentro en una vivienda que se iba a desahuciar en Redondela. La penúltima aprehensión, ya en Salceda, se atribuye a un joven que rentabilizaba una finca de su madre con 76 plantas floreando a la luz del sol. De exterior, más rentable que el cultivo de interior, con luz artificial, y más discreto. También implica plantas más grandes y de mayor producción. Para dimensionar: de un vegetal al aire libre se puede obtener hasta medio kilos limpio de hojas y ramas. Cogollo puro y duro que, a pie de calle, cuesta 1.000 euros. De prosperar la plantación de Salceda hubiese generado un beneficio más que lucrativo. Ya la semana pasada se localizaron otras seis plantaciones de marihuana en los municipios de Salvaterra, As Neves y Tui.

Fue trabajo de la Guardia Civil de Salvaterra, que por la experiencia sobre le terreno sabe que a los pies del Miño, en las comarcas de O Baixo Miño, O Condado y Paradanta, el cultivo se ha descontrolado. En parte se destina a consumo por la zona, otra acaba en Vigo y otra, igual o más de importante que las anteriores, cruza la raia para fumarse en Portugal. En los tres casos se genera un problema delincuencial y de salud pública. De ahí la presión especial ejercida en toda la raia húmeda. Otro problema que añadir a una zona de tradición convulsa. Una secuela se vive casi a diario en los pasos fronterizos de As Neves y Salvaterra con controles de carretera. La Guardia Civil confisca con cierta frecuencia pequeñas cantidades: 5, 10 o 20 gramos de hierba a ciudadanos portugueses que saltan la frontera para comprar.

Solo una sanción

El castigo que implican las incautaciones no pasa de un sanción administrativa, pero aflora un mercado latente que, se sabe, alimenta la demanda de clientes de todos los tamaños. La Policía Nacional de Vigo conoce igualmente el escenario a desbaratar. Incluso amplían el perfil del proveedor oriundo y del comprador luso. El primero encaja en un perfil de joven sin trabajo estable y con fincas propiedad de la familia. Ya en función de las plantas a regar, si la cosecha es grande, se puede repartir en persona. O también pagar a alguien para entregar la mercancía. «Es gente que vive muy bien en muchos casos, producen mucho y hacen entregas relevantes. Al final, si uno va por esa zona, empezando desde Tui, se da cuenta de que a la izquierda hay monte, y bajo sus árboles se puede plantar. A la derecha, pegado al río, solo se ve un vergel de vegetación igual de espeso, lo necesario para camuflar plantaciones también», aclaran fuentes policiales.

As Neves, Salvaterra, Ponteareas, Mondariz y Mondariz Balneario son los municipios con mayor actividad agrícola. Ya dar con las plantaciones, se antoja más complicado: «Pueden plantar en fincas, incluso señores mayores sin hijos, uno no se lo puede imaginar por la gente que vive allí. También invernaderos, incluso galpones. Lo peor de las interiores es que resulta muy complicado localizarlas. Tal vez por la conexión de la luz pirateada, pero si lo hacen bien, no canta», añaden las mismas fuentes. Para dar con plantaciones en formato de exterior se utiliza un dron. En este caso del equipo Pegado de la Guardia Civil en Vigo. Se desplaza a las zonas que los agentes, sobre el terreno, tienen controlado previamente como sospechoso.

Se actúa en la mayoría de las veces con pruebas fundadas, aunque, en otras ocasiones, se planean zonas consideradas calientes al tener constancia de que las plantaciones salpican buena parte del suelo rural, ya sea público o privado. Pero incluso la propia naturaleza sirve de escudo ante los drones. Principalmente bajo las copas de árboles, ya sean frutales, en terreno de particulares, o bajo eucaliptos o pinos en suelo público o comunal. En Vigo el escenario ya es muy diferente. Incluso entre las parroquias y el casco urbano. En las primeras se planta igualmente, ya sea para nutrir a clientes de la zona o que se desplazan desde las calles nobles. Ahí mismo, en pisos, hay constancia de que en uno u otro inmueble crecen más plantas al calor de los focos.

Los encargados de cuidar las plantas buscan la sombra de árboles de todo tipo para poder camuflarlas
Los encargados de cuidar las plantas buscan la sombra de árboles de todo tipo para poder camuflarlas

Contradicción

La Policía Nacional aún recuerda las más de 1.000 plantas decomisadas en una nave de la calle Emilia Pardo Bazán. Un botín que pesó 175 kilos. Otros diez kilos en cogollos secos. Si cada kilo se despacha a 2.000 euros en el mercado negro, el negocio invisible y silencioso de la marihuana se constata nuevamente. Una parte de la lucha contra el narcotráfico que, a ojos de los funcionarios que la protagonizan, está cargada de sinsentidos. Los principales a pie de calle. Lo primero porque ellos se afanan en buscan plantaciones mientras que, en Internet o numerosas tiendas sin salir de Galicia, se comercializan semillas a granel y todo tipo de objetos de culto a la marihuana. Solo en Vigo, en las Páxinas Galegas, se anuncian nueve establecimientos.