El templo del turrón gallego está en Salvaterra

Monica Torres
mónica torres SALVATERRA / LA VOZ

SALVATERRA DE MIÑO

M.MORALEJO

Chocomiño sirve esta Navidad más de 35.000 tabletas de Antoxo de almendras, «crunch» y albariño

26 dic 2019 . Actualizado a las 23:19 h.

En la principal fábrica de turrón de artesanal de chocolate de Galicia, que está en Salvaterra do Miño, no queda rastro ya ni de una sola tableta del postre navideño por excelencia. No es que se haya agotado, sino que el año laboral de Chocomiño, en lo que a turrones se refiere, es similar al de Papa Noel. La cadena de fabricación de sus Antoxo comienza en septiembre y acaba antes incluso de que en Laponia se ponga en marcha el trineo más universalmente conocido. «O turrón hai que comelo fresco, como calquera outro alimento», advierte Joaquín Eiras, fundador con su hermano Gumersindo y César Bargiela de Chocomiño, que nació de la absorción de Chocolates El Maragato (Vigo) y de Chocolates Anthonei (Allariz). De eso hace ya dieciocho años y uno menos de la llegada de sus turrones Antoxo al mercado. «A receita é a mesma que entón. Só ten que cambiar a finura para que na boca, no momento da explosión, non atopes area nin partículas estraño, só tes que ter gusto de chocolate», advierte Joaquín Eiras.

Empezaron con 5.000 tabletas y estas Navidades han puesto en el mercado más de 35.000, elaboradas artesanalmente en la parroquia de Arantei. Su producción se ajusta a la demanda. No venden para grandes superficies, «porque non queremos facer unha produción masiva, senón diversificar», ni fuera de fecha. «Non facemos o produto tanto pola ganancia como pola calidade. Éncheme de orgullo cando no mes de agosto os veciños xa me preguntan cando sacamos o turrón e, se algo queda sen vender, retírase dos mercados antes de abril», indica Eiras insistiendo el la importancia de consumir producto fresco. «Calquera alimento ten unha curva de vida e a do turrón chega ó cen por cen, na semana do Nadal, porque as améndoas están en perfecto estado, sen ningún toque de aceite nin de rancio». Defiende que esa frescura y la calidad de los ingredientes del praliné de avellana, que se combina con azúcar, pasta de cacao, manteca de cacao y lecitina, son los que imprimen el carácter diferenciados de los turrones Antoxo.

El favorito de Joaquín Eiras es también el líder de ventas de la casa, que es el de almendras. También está su crujiente pero, el que más despunta ahora, quizás también impulsado por la novedad es el benjamín de la carta. Desde hace cuatro años producen además turrón de albariño. «Para min o máis rico é o de améndoas pero o de albariño vai coma un tiro, é o que máis crece en ventas», confirma uno de los mejores embajadores de su Salvaterra natal, «onde os meus avós facían o pan de millo e o viño tinto». La factoría cuenta con dos líneas de fabricación. Una para los finos, de donde salen los chocolates con leche, con almendras, napolitanas o el turrón. En la segunda línea, se elaboran los chocolates negros y todos los que tienen un porcentaje de cacao superior al 60 %.

«No tema do chocolate son infinito, non hai nada que non podamos facer», advierte este emprendedor que contagia un espíritu navideño también parecido al de Papa Noel. «O meu non é pensar en xubilarme. Eu son feliz porque o día pásame voando e a semana tamén, son un vividor dos de verdade, que pensa que hai que dedicar oito horas a traballar outras tantas a durmir e as outras oito a facer o ganso», defiende Joaquín Eiras.

Devoraba películas con el mismo deleite con el que hoy en día reinventa el chocolate. Porque antes de ser gerente de Chocomiño, lo fue y durante muchos años de una cadena de cines en Vigo, que incluía a los Norte, al Chaplin o al Centro. «Era un cineasta, traballaba tódolos días da semana e os mércores, cando libraba, ía a outra sala de competencia para ver máis películas», recuerda Eiras.

Otra de las singularidades de Chocomiño es que hace ocho años creó su propio sello de autenticidad. Feito en, Made in, Hecho en Galicia se lee en el distintivo con el que acuñan todos los productos que sueñan desde esta factoría de Salvaterra.