La familia de los tres fallecidos en el accidente de Salceda de Caselas: «Las vidas de una madre y dos hijos valen más que cinco años de cárcel»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO NIGRÁN / LA VOZ

SALCEDA DE CASELAS

«Queremos justicia». Ricardo, con gafas, junto a sus dos hermanos, reivindicó un mayor castigo penal contra el conductor acusado de provocar el choque mortal y que quintuplicó la  tasa de alcohol tras el siniestro en Salceda
«Queremos justicia». Ricardo, con gafas, junto a sus dos hermanos, reivindicó un mayor castigo penal contra el conductor acusado de provocar el choque mortal y que quintuplicó la tasa de alcohol tras el siniestro en Salceda Oscar Vázquez

Aprovechó la misma de cabo de año en Nigrán para reclamar una pena mayor tras conocerse los cinco años de prisión que reclama la Fiscalía

02 abr 2022 . Actualizado a las 18:29 h.

María Luisa no vio morir a sus hijos Daniela y Beltrán, ni ellos a su madre. Los tres, de 39 años, 13 y 6, fallecieron en el acto el día del Padre del año pasado. Disfrutaron la jornada en casa del abuelo materno. Había enviudado siete meses antes, de repente. Su mujer, madre de María Luisa y abuela Daniela y Beltrán, se fue de un ataque al corazón repentino. «Quisimos acompañar a mi padre, echaba mucho de menos a nuestra madre y pasamos un día fabuloso, incluso quedamos para vernos a la jornada siguiente», explicaba ayer Ricardo Gondell, uno de los cuatro hermanos de María Luisa en la misa de cabo de año oficiada en la iglesia de San Pedro de la Ramallosa.

María Luisa, con Beltrán y Daniela en los asientos traseros, regresaba a su casa en Salvaterra. Circulaba a 60 kilómetros por hora en el kilómetro 5,700 de la PO-510, a la altura de Salceda de Caselas. No pudo esquivar el obús, en forma de Renault Megane, que invadió su carril a 128 kilómetros por hora en un tramo limitado a 90. 2,49 gramos de alcohol en sangre dispararon las revoluciones del coche de Alfredo Ledo. La Fiscalía le pide cinco años de cárcel acusado de tres delitos de homicidios por imprudencia grave.

María Luisa, con gorra y sus hijos Daniela y Beltrán, era la hermana pequeña de cuatro hermanos
María Luisa, con gorra y sus hijos Daniela y Beltrán, era la hermana pequeña de cuatro hermanos

Las lágrimas de Ricardo, sus dos hermanos, su padre y decenas de familiares y allegados contienen rabia. El año transcurrido no ha podido secarlas. «Las vidas de un madre y dos hijos valen más que cinco años de cárcel», confesaba ayer durante la concentración de protesta a las puertas del templo de A Ramallosa. «No podemos dejar pasar la oportunidad de manifestar nuestro desacuerdo. No somos contrarios al Código Penal, faltaría más, pero cinco años por tres vidas... Si hay condena, en un año y medio estará de permisos penitenciario. ¿Acaso es un castigo suficiente? Queremos que pague, queremos justicia».

Dolor contenido

Los tres hermanos afloraron su ira contenida en el atrio de la iglesia en forma de pancarta: «La vida de una madre y dos hijos ¡¡Con cinco años no hay justicia!!». Fue una reivindicación cívica y legítima. Cargada de muestras de cariño y llantos. También en la iglesia, durante la misa de recuerdo. «Los abogados ya nos dijeron hace tiempo que la tipificación es así. Nosotros [la familia está personada como acusación particular] pedimos nueve años de cárcel, incluyendo todos los agravantes posibles. No es justo, tampoco hablamos de una copa de más, o de un despiste al volante por mirar el móvil... ¡Quintuplicaba la tasa de alcohol!».

Los últimos doce meses fueron un calvario para Ricardo y su familia, y en el horizonte tampoco se atisba mejora anímica alguna. Menos aún con el petición de cárcel que consideran ridícula. «Al principio fue necesario tratamiento psicológico, incluso medicación. Luego intentas superar los días dejando esa ayuda... Mi cuñado [marido de María Luisa y padre de Daniela y Beltrán] está hundido. Ha perdido cualquier futuro, que eran sus hijos, se aferra al trabajo, hace deporte para cansarse y poder dormir».

Los cuatro primos de Daniela y Beltrán atraviesan la misma pesadilla. Son niños y son conscientes de todo. Una prima sigue necesitando ayuda psicológica, se bloquea cada vez que escucha las canciones que compartía con sus familiares muertos. Incluso el abuelo, ayer presente en la iglesia, empezó a padecer del corazón desde que perdió a su única hija y dos de sus nietos.