Decenas de personas acuden diariamente a por agua a la fuente del Camiño Barciela, que se encuentra a poco más de cien metros de un moderno centro comercial
10 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La fuente del Camiño Barciela se encuentra a poco más de cien metros de un moderno centro comercial, pero resulta una vuelta al pasado. Decenas de personas acuden diariamente a por agua a este manantial. Algunos lo hacían con cierta frecuencia, pero otros se estrenan en el oficio de aguador familiar debido a que el agua del grifo sigue presentando un sospechoso color amarillento y un cierto regusto metálico. «Yo nací aquí al lado. Venía a jugar a esta calle. Pero después de 30 años es la primera vez que vengo a por agua a la fuente, por el miedo que se ha generado con la del grifo. El tono amarillo no puede ser bueno», señala José Manuel Núñez, que ayer fue a Barciela acompañado por su mujer, Purificación Rodríguez.
Ambos se habían desplazado desde la plaza de la Industria con garrafas para llenarlas. En el surtidor, que nutre un viejo lavadero, había colas para llenar recipientes con agua para transportarlos a casa. Uno de los que aguardaba su turno portaba bidones con capacidad para 32 litros, para beber y cocinar durante una semana. Un cartel advierte que se trata de agua potable, pero que no tiene garantías sanitarias porque no está clorada. Ello hace que para sus usuarios el sabor sea incomparable. Manuel Rodríguez, uno de ellos, está muy agradecido a «un vecino de aquí al lado que la limpia, porque el Concello no hace nada. Si no fuera por él no podríamos estar aquí».
«Es un agua de calidad muy buena, yo las he probado todas: la de As Roteas, Santa María...», tercia José Mariño. Pero no solo en Vigo, sino que también en la vecina parroquia de Chapela se disparan las visitas a las fuentes. El propio concejal de Medio Ambiente de Redondela, Miguel Ángel Álvarez, es ya un habitual y anima a seguir su ejemplo.