La policía estrecha el cerco al furtivismo

Luis Carlos Llera Llorente
Luis Carlos LLera VIGO / LA VOZ

REDONDELA

Un agente de la Policía Autonómica arroja al mar las almejas vivas decomisadas ayer en la zona de la playa de Arealonga perteneciente al municipio de Vigo.
Un agente de la Policía Autonómica arroja al mar las almejas vivas decomisadas ayer en la zona de la playa de Arealonga perteneciente al municipio de Vigo. óscar vázquez< / span>

Agentes de paisano intervienen el mismo día en la playa de Arealonga y en las rocas de la costa de Monteferro

27 ene 2016 . Actualizado a las 13:07 h.

Manuel y José escarban en la arena en la parte viguesa de la playa de Arealonga. Se encuentran en plena desembocadura de un riachuelo a cuyo alrededor se acumulan las conchas de moluscos muertos. Son las 11.15 horas y las condiciones para el marisqueo son óptimas. El tibio sol anima el trabajo y la bajamar permite visualizar los agujeros que delatan la presencia de almejas. Los mariscadores no saben que múltiples ojos les vigilan. «Esos están ahí trabajando antes de que vengan los de la Xunta », apunta otro veterano rastrillador mientras muestra un cubo lleno de gusanos de mar. Cuando le abordan Manuel niega estar mariscando y enseña un pequeño recipiente en el que solo se ve arena. «Yo ando al bicho», sostiene. Pero no sabe que sus movimientos han sido escrutados por Carlos, policía de profesión. Este agente y su compañero, otro Manuel, van de paisano.

Tras la aparición de un coche patrulla en el otro extremo de la playa muestran sus credenciales y requisan la mercancía al furtivo. Ha conseguido recolectar dos kilos de almejas japónicas entre los cascotes que deja al descubierto la marea baja. «Los he visto con un catalejos y he podido ver cómo escondían el marisco entre las rocas», señala el experimentado agente. Es uno de los miembros de la Policía Autonómica que vigila el litoral desde Redondela a Nigrán. «Hoy las condiciones son ideales para salir a mariscar así que estamos peinando la costa en busca de furtivos. En Monteferro unos compañeros se han incautado de percebes», cuenta uno de los policías. Patrullan con un todo terreno discreto y sin rotular. Es uno de sus mejores coches. Tienen otros en el taller con 15 años de antigüedad. A Manuel le molesta que le hayan cogido con las manos en el marisco. «¡Si es para comer!, implora el mariscador sin licencia. Pero no hay clemencia. «Yo lo entiendo. Pero un día puede coger dos kilos, otro día uno y al tercero tres. ¿Todo es para autoconsumo? Es difícil de creer. Lo más probable es que lo venda a algún restaurante y es lo que hay que evitar porque el marisco sin depurar y sin control sanitario puede originar un grave problema de salud pública». Los agentes requisan el marisco capturado ilegamente y lo devuelven al mar. Manuel y su compañero se marchan. Al segundo solo lo han identificado. Lo mismo ha pasado con otro mariscador que se encuentra en otro lugar del arenal, en la zona redondelana. En este caso no han podido probar ninguna ilegalidad.

En la cercana área de A Guía también suele haber furtivos, según atestigua Estrella Lago, vecina de la zona, que justifica la práctica: «No hay tanto trabajo y la gente tiene que vivir».

Clemente Bastos, presidente de la Asociación de Mariscadores de la Ría asegura que «antes te podían topar 30 ilegales. Hoy son muy pocos».