El 4 de febrero de 1997, la policía detuvo a José Manuel Rodríguez Lamas, alias el Pulpo, por la matanza del hostal La Ría de Paredes, de cuatro personas. Fue condenado a 125 años de prisión
07 feb 2024 . Actualizado a las 10:26 h.Hay efemérides que es mejor guardar en un cajón para no volver a revivirlas. Esta que cumple 27 años en este comienzo de año es una de esas que todavía hacen estremecer el cuerpo de quien las lee y sobre todo de quien las vivió de cerca la madrugada del 26 al 27 de enero de 1997. La matanza de cuatro personas en la habitación 21 del hostal La Ría, de Vilaboa, acabó con la detención de José Manuel Rodríguez, alias el Pulpo, el 4 de febrero de ese mismo año. Apenas había pasado una semana del asesinato a sangre fría de cuatro personas y el asesino ya estaba entre rejas. El dolor de sus familias y de un pueblo entero tardó mucho más en sacudirse y todavía duele al recordar lo que hizo aquel taxista.
Todo empezó el 26 de enero al mediodía, cuando el pontevedrés Roberto Iglesias Domínguez había acudido junto a un amigo al hostal de Paredes. Llamaron a una de las ventanas, a la que habitualmente se acercaban los consumidores de estupefacientes y al entrar se encontraron con el Pulpo armado con dos pistolas. Lo estaba esperando. Tras el inicio de una discusión, que podía venir de antes por un ajuste de cuentas de una deuda que no llegaba a las cien mil pesetas, José Manuel Rodríguez Lamas disparó a Roberto Iglesias, que cayó al suelo herido. Todavía con las armas en las manos obligó a dos testigos del suceso, Jose Manuel Pazos y Jesús Joaquín Brea a acuchillar al herido hasta matarlo.
Una cuarta persona cogió el cadáver y lo introdujo en el coche para hacerlo desaparecer lejos de Vilaboa. El cadáver de Roberto Iglesias no se encontró hasta ocho años después, cuando el Pulpo confesó desde prisión que lo había escondido en un pozo en Ponteareas. Pero antes de llegar ahí, el asesino se cobró más víctimas convirtiendo el hostal La Ría en el escenario de una masacre que recorrió todos los informativos del país.
En aquella habitación 21 había varios testigos que le resultaban incómodos. La pareja formada por Jesús Brea y Mercedes Castaño eran los inquilinos del cuarto que tenían alquilado desde hacía medio año. Junto a ellos estaba Manuel Pazos, que había acompañado a Roberto Iglesias, y Marcial Magdalena, que se había encargado de recoger el cuerpo. Al Pulpo no le había bastado con matar a Roberto Iglesias por un supuesto ajuste de cuentas. No quería dejar testigos y ya de madrugada todo empeoró. Entraron en escena Alberto Piñeiro y Eugenio Riobó, que se supone que solo habían ido a por su dosis. Al verlos, el Pulpo preguntó a Eugenio: «¿Tú qué miras?». Respondió con un «¡yo no tengo nada que ver». Y en cuanto se levantó para intentar salir de la habitación, recibió un disparo en la cabeza. Era la segunda víctima de ese fatídico día. Rodríguez Lamas, con el arma en la mano, se dirigió a Mercedes. Le pidió que sacase el dinero y la droga que tenía guardada, pero le pareció insuficiente. Otro disparo en la cabeza acabaron con la vida de esta mujer de 29 años.
Su marido corrió la misma suerte. Jesús Brea recibió otro disparo mortal. Era la cuarta víctima de José Manuel Rodríguez Lamas, alias el Pulpo, un taxista al que su padre había comprado la licencia para intentar alejarlo del mal ambiente en el que se movía. Su expediente delictivo ya había comenzado en 1986, diez años antes de la masacre.
Encerrado en el armario
Tras perpetrar todos los asesinatos, pidió a Marcial Magdalena que recogiese la droga y el dinero que había en la habitación 21. Sin embargo, este huyó y se libró de una muerte segura escondiéndose en el armario. También se salvó de la matanza Alberto Piñeiro, que pese a recibir un disparo, no se murió. Según recoge la sentencia, sufre secuelas de por vida.
La misma noche de la masacre, el Pulpo presumía junto a su compañera Nuria Esther Arcas de «ser un profesional» por deshacerse de sus víctimas con un solo disparo y lamentaba que una de ellas se le hubiese escapado..
El 4 de febrero, tan solo ocho días después de que la policía descubriese quién había sido el autor de la masacre, el Pulpo fue detenido en el barrio de Cabral, en Vigo. Lo apresó en un callejón después de que respondiese a la presión con un violento tiroteo en el que acabó hiriendo a un agente. Se entregó cuando se quedó sin balas, pero sin perder la arrogancia que siempre mostraba en público y escondido detrás de un vehículo, gritó a los agentes: «¡Por favor, matadme!, ¡matadme!».
¿Qué ocurrió después de la masacre? José Manuel Rodríguez Lamas fue condenado por la Audiencia Provincial a 125 años de prisión. Dos años después, el Supremo la redujo hasta los 119 al entender que no se podían aplicar ciertos agravantes que se habían tenido inicialmente en cuenta. A pesar de tener más de un siglo de condena, el pasado año, José Manuel Rodríguez Lamas, que actualmente está a punto de cumplir 57 años, cumple lo que le resta de condena en el Centro de Inserción Social (CIS) de Vigo después de haber saltado de prisión en prisión, una de las últimas fue la de Teixeiro. La acusación pública le solicitó más de 421.000 euros en concepto de indemnización para las familias de las víctimas y los supervivientes de la matanza.