El abandono y el descontrol de la natalidad ponen al límite a las protectoras de animales

celia eiras VIGO / LA VOZ

PONTEAREAS

Martina Miser

Las asociaciones de la provincia de Pontevedra llaman a los ayuntamientos a implicarse

17 ago 2021 . Actualizado a las 02:00 h.

Los ayuntamientos han de hacerse responsables de los animales abandonados o extraviados que circulan por un territorio municipal. Así lo dicta la legislación estatal desde los años 50. No obstante, no todos lo hacen. Este verano está siendo especialmente ajetreado para las asociaciones que se encargan de acoger a perros y a gatos. La gran mayoría de estas organizaciones sin ánimo de lucro pagan los gastos mediante cuotas de los socios y donativos, sin ningún tipo de subvención por parte de la Administración.

«Una gata abandonada puede formar en un año una colonia de 140 felinos», asegura Silvia Romero, presidenta de la protectora Os Biosbardos (Ponteareas). El método recomendado a nivel mundial para controlar las colonias felinas es el programa CES (captura, esterilización y suelta). Aunque algunos concellos ya lo han implantado con ayuda de las protectoras sin ánimo de lucro, «la mayoría no se preocupan», denuncia la presidenta de la Asociación Protectora de Vilagarcía, Ángeles Cifuentes. En cinco años, el refugio de Arousa ha esterilizado a más de 700 gatos salvajes.

En Vilagarcía pueden permitirse a un veterinario en la propia protectora que se ocupe de las castraciones, pero no es la suerte de todas las asociaciones. Baisenpulgas, que actúa en varios municipios de O Val Miñor, no da abasto. «Los ayuntamientos no ponen un presupuesto importante para esto», dice su presidenta, María Teresa Sicbaldi. La situación se les «escapa de las manos».

Aloia es la única protectora que se encarga de recoger a los animales abandonados en Tui, pero solo tienen espacio para acoger a menos de una decena de gatos. «El Concello aún no tiene programa CES, y el convenio que tenemos firmado solamente se refiere a la recogida de perros», señala Pepín Solleiro, miembro de la organización.

El descontrol en la reproducción de los gatos de la calle conduce, según Sicbaldi, a «un problema sanitario», y en los gatos domésticos, al abandono masivo. Abundan los casos de camadas no deseadas abandonados a su suerte. También de perros: en Aloia llevan 20 recogidos este verano. Muchos de estos animales no sobreviven.

«La mayoría de los gatos que recogemos ya no los ponemos en redes porque se mueren antes», se lamenta la presidenta de Os Biosbardos.

Para la presidenta de la protectora de Vilagarcía, «permitir que una gata siga pariendo sin controles sanitarios», como pasa a diario en los gatos del rural, «se podría considerar maltrato animal». Porque, para empezar, «no saben quién es el padre ni si era portador de enfermedades», explica.

Todas estas asociaciones coinciden en algo: no entienden cómo la administración no impone leyes firmes de acuerdo con la identificación y la esterilización de perros y gatos. «La mayoría de los animales que llegan a Aloia no llevan microchip», se queja Solleiro, aunque la implantación de este sea obligatoria en toda España desde el 2002.

Cambio de mentalidad

Pepín Solleiro cree que el problema solamente se puede solucionar con un cambio de mentalidad: «La gente no quiere castrar a los perros». Como apunta Sicbaldi, «aún se tiene la costumbre de dejar sueltos a los perros por el rural, y se pueden perder o ser atropellados».

Los voluntarios de Aloia suelen ir a los colegios a dar charlas sobre el maltrato y el abandono de animales porque, según el miembro de la protectora y como suele decirse, «los niños son el futuro». «Si el nieto le da la tabarra a su abuelo con que no se puede tener al perro atado todo el día, igual hasta le hace caso», explica.

Sicbaldi sí percibe un cambio de mentalidad en el hecho de que si «antes la gente pasaba de largo cuando se encontraba un animal, ahora buscan a una entidad que pueda hacerse cargo». Pero hace falta ir un paso más allá. «El Gobierno no se gasta un duro en hacer publicidad para que la gente sepa que es necesario castrar», sostiene Arnoso. Pero es que, como recalca Silvia Romero, «los concellos ni se preocupan en hacer un censo de animales».

La representante de Baisenpulgas sugiere que el descontrol de la natalidad se podría paliar con «una subvención que permita a particulares castrar a sus animales a un precio menor». Para Arnoso, una cuestión importante por las que se podría empezar es la rebaja del IVA del veterinario, que está al 21 %.

Lo que las protectoras reivindican es un mayor compromiso de la Administración para resolver un problema que, advierten, ellos solos no pueden.

«Ahora estamos viendo los efectos de la pandemia, que agravó el descontrol felino»

Durante el confinamiento decretado en marzo del 2020, la circulación de coches se paralizó y la actividad de las protectoras, también. «Apenas hubo gatos atropellados ?señala Silvia Romero, de Os Biosbardos?, y tampoco hubo castraciones porque las asociaciones no podíamos poner jaulas trampa». En la protectora de Ponteareas recogieron este año más de 331 felinos.

Efectos similares tuvo el confinamiento en el abandono de perros. A Os Biosbardos llegan muchos canes limpios y domesticados adoptados durante el confinamiento: «Los dueños nos llaman pidiendo que los recojamos porque no los aguantan más, y si no lo hacemos los echan a la calle». El balance en la recogida y adopción suele ser, por lo general, negativo: «La semana pasada recogimos quince gatos, y solamente tenemos dos o tres adopciones al mes», se lamente la presidenta de Baisenpulgas.