El hombre que controla el tiempo

Monica Torres
mónica torres PONTEAREAS / LA VOZ

PONTEAREAS

M.MORALEJO

Secho, vecino de Ponteareas, ha restaurado más de 360 relojes en su museo

29 may 2021 . Actualizado a las 01:33 h.

El hombre aún sigue controlando el tiempo en la casa natal de José Higinio Suárez Garra. Todos conocen como Secho a este vecino de Ponteareas dueño de una colección de más de 360 relojes a los que él ha devuelto la vida en los últimos 62 años. Tenía nueve cuando arregló su primera máquina del tiempo, «un despertador al que se le rompió la cuerda», y veinte cuando tuvo su primer reloj, «un Seiko comprado en A Ramallosa que me regaló mi padre cuando me fui a la mili». En el mismo hogar, rebautizado como La Casa del Reloj, Sechu tiene ahora su taller y ejerce de anfitrión para cuantos quieren compartir con él su tiempo.

En la calle Esperanza número 19 no hace falta tener conexión para que todos los relojes estén en hora porque no son inteligentes. A los de Secho hay que cambiarles la hora a mano así que su fiabilidad, utilidad y vida, no están limitadas por la tecnología. «Hay algo en los relojes que me atrae desde niño, no hay más explicación», asegura sobre esta pasión que le viene de su abuelo paterno, que era el baionés José Ramón Suárez, custodio del de la iglesia de Sabarís y del de la torre del reloj, a quien Secho le devolvió la voz en el 2016 tras tres décadas en silencio. Explica así cuál fue la restauración en la que más se volcó emocionalmente, pero ahora, con la colaboración de Sebastián Merino se ha embarcado en la recuperación y restauración de varios relojes de torre o monumentales.

«Mi ilusión es que antes de que se me acabe a mí la cuerda pueda arreglar los siete que hay en las iglesias de Ponteareas. Ahora hemos recuperado el de la parroquia de Santa María de Areas, que se inaugura este domingo», explica. Se trata de un Viuda de Murúa que fue donado en 1948 por el empresario Juan Ucha Iglesias para conmemorar el nacimiento de su primogénito. Cayó en desuso en la década de los ochenta tras estropearse y cambiarse por uno eléctrico y nada más se supo de él. Sechu y Sebastián, con la ayuda del cura, Manuel Castiñeira, lo localizaron el año pasado en la torre de la iglesia y, con su maestría y el respaldo económico de los descendientes de Ucha y de la propia parroquia, volverá a sonar de nuevo en un par de días. De la chatarra sacó una de las piezas que, tras cinco años de trabajo, más impresiona. «Fue el primero que rescaté. Estaba en un pueblo de Huelva que se llama Villanueva de los Castillejos», explica este doctor relojero.

No fue su profesión ni la de su abuelo ni la de su padre, pero sí una vocación que espera continúen sus cuatro nietos, a los que regalará toda su colección. Reescribe parte de la historia de cada pieza cuando consigue que vuelvan a marcar el ritmo. Al reloj francés que se trajo de Huelva le ha sumado la campana original de la fábrica de curtidos que su bisabuelo tenía en la villa. «Pepe el de la confitería Dinguilindín, era el encargado de hacer sonar esta campana en la fábrica de curtidos, ubicada en el inmueble que ahora ocupan la biblioteca y el museo municipal.

«No vendería ninguno porque, en cuanto los reparo son como hijos», dice este ponteareano que sustenta este museo sin más apoyo económico que el de sus hermanos. No podría poner precio pero su mayor valor es para los que tienen la caja hecha por su abuelo. Le queda también pendiente acabar el que diseñó su padre, José María Suárez, «que es mecánico, marca la hora de todos los países y sabes si es de día o de noche».