Los ataques de perros de razas peligrosas provocan su abandono en las protectoras

Laura de la Torre REDACCIÓN/LA VOZ.

PAZOS DE BORBÉN

Decenas de propietarios han llamado a asociaciones para deshacerse de sus canes

12 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«No quiero este perro, es un asesino». Sentencias de tal magnitud o similares se escuchan en muchos de los refugios caninos de toda Galicia. Tras los últimos ataques de perros en las provincias de Pontevedra y A Coruña, alguno con resultado de muerte, como el caso de Pazos de Borbén, los propietarios de razas peligrosas se han decidido, a veces presionados por los familiares o vecinos, a abandonar a su can a las puertas de las protectoras. Este fenómeno ha sido confirmado por distintos refugios de animales de la comunidad .

Después de los ataques ocurridos, la asociación Apadan de A Coruña recibió ocho llamadas de teléfono de diferentes propietarios que querían deshacerse de sus perros (algunos tenían dos), aun sin que el comportamiento de estos hubiese dado muestras de agresividad. Desde la dirección de la entidad opinan que esto se debe «un poco por evitarse problemas o porque no tenían ganas de tramitar las licencias municipales correspondientes». Aunque la situación se ha acentuado en el último mes, sostienen que a lo largo de todo el año reciben avisos para recoger este tipo de perros, sean de raza pura o cruces.

Por su parte, la responsable de Animales sin Fronteras en la provincia de Pontevedra asegura que en lo que va de verano ha recibido numerosas llamadas de propietarios muy preocupados. En este caso, sin embargo, los dueños decidieron no abandonarlos y darles una segunda oportunidad. Atendieron las explicaciones de un equipo veterinario que les dio una serie de recomendaciones. «La gente no es consciente de las necesidades de estos perros y llegan a un punto en el que se encuentran con un problema», explica la directora del refugio.

Una situación similar pero con un final totalmente diferente es la que se vive en la provincia lucense. Javier García, el presidente de la Asociación Protectora de Animales y Plantas de Lugo, también ha recibido múltiples llamadas telefónicas de propietarios de perros catalogados como potencialmente peligrosos para intentar devolvérselos a la sociedad, pero como él indica, «cada uno es responsable de lo que tiene». En su protectora tiene tres perros de este tipo y, mientras él esté al frente de la organización, lo que no piensa hacer es «arreglarle los problemas a otros porque desconocen sus obligaciones como dueños de estos perros». Desgraciadamente, asegura que unos días después de explicarle esta postura al desorientado y confuso propietario, el can aparece abandonado (en el mejor de los casos) o muerto en cualquier carretera.

En Ourense, la Progape (que gestiona la perrera municipal), tiene en sus instalaciones seis perros de raza pit bull o similar, y en el último mes ha tenido dos casos relacionados con esta problemática. Rosa, la encargada del refugio, cuenta que una abuela llegó con Atila, un pit bull, para dejarlo allí y así curarse en salud. «No quiero este perro que puede matar a mi nieto». La abuela no atendió los consejos de Rosa y después de proferir esta frase, dejó al perro y se fue. Otro caso similar fue el de un padre que, por el mismo motivo de protección y preocupación, abandonó a su perro en esta asociación.

Propietarios concienciados

Las protectoras consultadas coinciden en que los poseedores de estos perros deben tener un carácter equilibrado y ser «responsables de sus actos hasta el último momento». Acusan a aquellos dueños que azuzan a los perros a morder cuerdas y que pasean con ellos sin correa o sin bozal de estar actuando «de una forma totalmente irresponsable».

Los refugios de Galicia consultados insisten en que los ataques ocurridos son «muy graves», pero remarcan que la solución no es abandonar al perro. «La historia no es que muerto el perro se acabó la rabia. El asunto es que nadie quiere hacer frente al problema».