La estación de tranvía de Canido se cae a pedazos a la espera de ser declarada bien de interés cultural

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

OIA

Xoán Carlos Gil

La asociación de vecinos de San Miguel de Oia pidió hace casi un año su protección y aún no obtuvo respuesta

09 abr 2018 . Actualizado a las 13:52 h.

Uno de los escasos símbolos del antiguo tranvía entre Vigo y Baiona está a punto de venirse abajo. Es la estación de Canido, de la que apenas queda poco más que el esqueleto. Rodeada desde hace años por una valla metálica y cubierta su estructura por una red, el edificio está a punto de desaparecer sin que ninguna institución se preocupe de su conservación.

La asociación de vecinos de San Miguel de Oia, en cuya parroquia se encuentra ubicada la estación, solicitó hace casi un año su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). Sin embargo, no ha obtenido respuesta alguna de Patrimonio, pese a transcurrir el plazo establecido.

La intención de los vecinos es evitar su destrucción o el traslado a otro espacio, aunque creen que esto último no tendría sentido si se desplaza fuera del trazado del tranvía, al margen del sentido histórico que perdería. Tampoco sería conveniente, dado su estado actual de conservación.

«Es la única estación abandonada y en cualquier momento se cae. Volveremos a preguntar a Patrimonio a ver qué ha pasado, por qué no nos responde. En el plan de urbanismo del 2008 era zona edificable, pero en el de 1993, que ahora vuelve a estar vigente, no lo era, por lo que resultaría más barata la expropiación, al ser privada»», comenta el presidente de la asociación de vecinos, Jorge Rodríguez. La empresa Tranvías de Vigo vendió en su día el edificio a una promotora tras fallar las negociaciones con el Concello para su adquisición.

Los vecinos de San Miguel de Oia creen que el inmueble forma parte de la historia de Vigo y que, por tanto, deberían ser todo los vigueses los que saliesen en su defensa.

La solicitud de la denominación BIC incluía también las otras tres estaciones que están en pie: las de Coruxo, Panxón y Ramallosa, estás dos últimas en el municipio de Nigrán. A diferencia de la de Canido, en estos tres casos no solo se encuentran en buen estado, sino que tienen un uso. La de Coruxo acoge el centro cívico que da servicio a esa parroquia, mientras que las de Panxón y Ramallosa tienen como destino el centro de información de la mujer y el centro de los mayores, respectivamente.

«Vemos bien la iniciativa vecinal de pedir la denominación BIC, cuanto más se pueda proteger y poner en valor, mejor, tanto como presente como futuro, aunque ya tengan alguna protección como edificios singulares», apunta el alcalde de Nigrán, Juan González. Y eso, añade, que tienen suerte en el caso de las situadas en ese municipio al estar rehabilitadas. «El éxito es darles uso porque de esa forma se hacen necesarias. La de Panxón se rehabilitó a través del programa de una escuela taller y la de Ramallosa fue una rehabilitación municipal, después se hizo una concesión para la cafetería y mejoró», añade.

En el 2010 la estación de tranvía de Canido se libró milagrosamente de la piqueta al estar proyectada en esa parcela la construcción de chalés. Entonces, los vecinos calificaron la operación de «pelotazo urbanístico» en una zona muy golosa para uso residencial y al desaparecer la protección. Sin embargo, cuando ya parecía sentenciada, la Dirección Xeral de Patrimonio frustró su derribo. Este organismo, dependiente de la Consellería de Cultura, notificó a la asociación de vecinos de San Miguel de Oia que la estación figuraba en el inventario del Patrimonio Histórico de Galicia, por lo que contaba con protección. Por tanto, cualquier intervención que le afectase debería contar con la autorización del Concello y de Patrimonio de la Xunta.

En septiembre del 2011 Patrimonio decidió exigir al Concello la regulación de los conjuntos existentes para garantizar su protección, lo que se suponía daría lugar a la adopción de medidas para la conservación, algo que no se ha producido.