Las vacas austríacas llegan a O Baixo Miño

Monica Torres
mónica torres O ROSAL / LA VOZ

O ROSAL

XOAN CARLOS GIL

La rubia gallega corre riesgo de ser destronada por una raza más rentable

18 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivir de la ganadería no es fácil y ahora que los costes ahogan al campo por la escalada de precios en los combustibles y las materias primas, muchos empresarios apuestan por la introducción de vacuno procedente de otros países que les permita hacer más rentable sus explotaciones. Sergio Gómez Peixoto y Silvia Flores Villa, de O Rosal, apostaron por la vaca fleckvieh y la empresa lucense Ganados Barreira Bascuas, veterana en importación de ganado y actualmente suministradora también en exclusiva para España de semen y embriones de los mejores toros y donadoras del programa de cría de esta raza en Austria, les consiguieron los primeros cuatro ejemplares que pastan en O Baixo Miño.

En la empresa de este matrimonio rosaleiro, donde ya tenían 45 cabezas de rrubia gallega, , nacieron este año los primeros becerros miñotos de la raza fleckvieh y el 8 de julio lo hará el primero fecundado en la comarca. «Tanto as vacas como os tenreiros teñen pedigrí», indica la pareja. Optaron por la importación de estos animales porque, por sus características, ayudan a reducir gastos. Como otros ganaderos se enfrentan «ó peor ano». El sector trabaja con escasos márgenes, pero la escalada de los costes energéticos pone ahora en jaque muchas explotaciones.

«Optamos pola vaca austríaca para abaratar custos porque a situación é insostible. Neste negocio investimos todos os nosos aforros e dez anos de traballo, e se os prezos seguen subindo, non sabemos canto poderemos durar», advierte esta pareja que montó su empresa intentando buscar alternativas a la crisis del 2007.

«A rubia galega deixa de mamar ás crías aos tres meses mentres que as austríacas fano ata que se lles retiran aos dez meses. Aforra na cría e, ademais, a especie coñécese como a carne de vacún da pata negra», indica este ganadero. Confirma la fácil adaptación tanto de las inmigrantes, que se llaman Lota, Lanza y Weife, como del toro Misterium y de sus dos primeros becerros gallegos de nacimiento, a los que han bautizado como Crispín y Chimpín. «Estamos encantados e eles, tamén. Cando hai que coller ás rubias porque, por exemplo, vén o veterinario, hai que chamar a medio pobo para que axude porque son moi valentes, pero estas son moi dóciles», destaca Sergio Gómez.

Ambos se volcaron con su granja hace diez años porque también comparten el amor por los animales. «Cando foi a crise das obras e sufrín un ERE, mercamos os dous primeiros tenreiros e comezamos nunha granxa de 4.000 metros cadrados que tiña a miña nai na Guarda», recuerda él. No han vuelto a saber lo que son las vacaciones desde entonces porque, a día de hoy, además de una empresa con 45 cabezas de rubia gallega, seis de fleckvieh y varias decenas de ovejas, Sergio y Silvia cumplen también con las ocho horas de trabajo diario que requieren sus respectivos puestos, en una calderería y en un supermercado, respectivamente.

«Traballamos dende o amencer ata o solpor porque amamos os animais e queremos que o noso gando sobreviva», afirma la pareja, aunque las cuentas no salen por la subida de los costes de producción. «A tonelada de penso subiu 120 euros desde xaneiro, polo que gastamos 160 máis ao mes. O prezo do gasóleo duplicouse, pero ademais, a bobina de plástico para trinta bolas de silo pasou de 67 euros a 103, polo que tivemos que deixar a herba seca e, aínda así, os custos rondan os 410 euros máis este ano ao mes con respecto ao 2021», advierte Sergio con impotencia. El desfase durante la campaña de la hierba, que va de mayo a julio, fue de 1.160 euros sobre la pasada, solamente por los costes de producción.