La celebración del Baixo Miño aúna el carácter familiar y el cosmopolita
16 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Una de las peculiaridades de la Feira do Viño do Rosal es que pese atraer a miles de visitantes, no pierde su toque familiar, tal como destaca la alcaldesa María del Carmen Alonso, quien advierte que se respeta la hora de finalización de las actividades nocturnas para no molestar al vecindario. «Las previsiones se quedan cortas; a expensas de una valoración definitiva se han superado las expectativas de los 30.000 visitantes que esperábamos. El viernes ya fue masiva la afluencia y el sábado no había un hueco para sentarse. Falta por valorar todo el domingo», comenta.
La mayoría de los visitantes eran nacionales al coincidir en Portugal la feria de la cerveza de Caminha. «Se vieron muchos madrileños y de otras comunidades, también extranjeros. Vinieron unos estadounidenses a propósito para ver la feria», añade la alcaldesa.
Aunque la calidad de los vinos de O Rosal no necesita más reclamos, a los puestos de las nueve bodegas participantes se sumó el tapeo. «En esta edición, la 26, tuvimos muchas cosas nuevas como el taller de cocina para los niños de entre seis y doce años y un showcooking, que se sumaron a las actuaciones musicales, carreras y una andaina, con una gran afluencia de participantes».
Otra de las novedades de este año es que por primera vez las bodegas se turnaron a mediodía para no cerrar sus puestos. Muchos de los visitantes aprovecharon para quedarse a comer y comprar unas botellas. Otros pasaron el día por la zona y se integraron en alguna de las actividades. Este año el pregón fue ofrecido por la vicepresidenta del Institute of Masters of Wine, Sarah Jane Evans.