«No necesito un título universitario, aún no hay magos oficiales del Estado»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

O ROSAL

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ino. raquel latorre

Esta viguesa estudia ilusionismo en el único centro universitario del país, ahora cercado por la polémica

03 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Perseguir los sueños y lograr atraparlos no es una cuestión de magia. La mayoría de las veces tiene que ver con el tesón, las ganas y la determinación para que lo que se desea, ocurra. Leonor Rodríguez Castro lo tenía muy claro y utilizó todos los trucos disponibles a su alrededor para conseguir su propósito: ser maga. Para ello, tras verse obligada a cerrar la librería Universitaria Sur (en Hernán Cortes esquina María Berdiales), que llevaba con su hermana desde hacía 24 años, se matriculó en el Real Centro Universitario María Cristina, en El Escorial, el primer centro educativo que ofrecía en España el título superior de ilusionismo. En torno a la validez de certificación académica ha surgido la polémica y la escuela se encuentra actualmente en entredicho tras las denuncias hechas públicas por el exdirector, Juan Antonio Herrero, según las cuales no existe tal título universitario. La viguesa Leonor Rodríguez Castro, que se convierte en Leo Leíño cuando sube al escenario, está en el último curso y pertenece a la primera promoción.

-¿Qué opina de lo que está ocurriendo?

-Me esperaba algo así, porque hace un mes y medio o dos a Juan Antonio Herrero lo despidieron. Como alumna, yo desconozco los pormenores, pero me parece una pataleta. Él quiso reunir a los alumnos de los tres cursos por separado para contarnos que había sufrido presiones y no entro en valoraciones sobre eso. Personalmente me pareció que estaba desesperado. Había dos directores, un académico y otro técnico y la bicefalia nunca es buena. Yo creo que hubo falta de entendimiento, pero es una opinión, lo que sí veo es que se contradice, porque por una parte se autoproclama promotor de estos estudios y hasta que estuvo era todo maravilloso, pero ahora que está fuera dice que es el timo de la estampita.

-¿Le preocupa?

-A mí no mucho, la verdad. De la primera promoción saldremos los primeros titulados. Allí siempre nos dijeron que era un título propio del María Cristina. Ser los primeros requiere abrir camino y a veces tienes que modificar el trazado, es comprensible.

-¿Pero se lo vendieron como un título universitario?

-Barajaron muchas posibilidades, pero era el propio Herrero el que nos las contaba según iban surgiendo, como cuando vinieron profesores de la Complutense a impartir varias materias. Que mi profesor de magia no tenga título universitario me parece normal y además me da igual. Lo que me interesa es que sepa mucho de magia y lo que puedo decir es que el centro tenemos un plantel que es de lo mejor de lo mejor en cada disciplina, nos abrieron el alma y no se guardaron ni medio secreto. El título no me hace falta porque de momento no hay magos oficiales del Estado ni puedo trabajar en el ayuntamiento haciendo magia para cuadrar las cuentas. Si nos dan el título, fenomenal, porque a los que no somos universitarios nos hace ilusión, pero nada más.

-¿Considera que valió la pena?

-Sin duda. Yo sufrí una transformación positiva bestial. Como maga no hay color entre cómo era yo hace tres años y ahora, porque además de que te enseñan todas las materias aprendes historia de la magia, psicología y a moverte en un escenario, a proyectar la voz, a usar la mirada y el cuerpo... No es solo aprender un truco. Un truco lo hace cualquiera. Entras en YouTube, ves cómo se hace y lo repites. La magia es más que eso, es ilusionar.

-¿Hay que tener aptitudes para dedicarse a ello?

-Todo se puede aprender, pero hay gente que es negada. En cambio hay personas que partieron de cero, que no sabían nada de magia y en tres años están actuando por ahí. Incluso algunos han aportado cosas muy interesantes. Hay una alumna que se hace llamar Albricias que creó un invento para manipular dedales de prestidigitación que salió publicado en la revista del Circulo de Ilusionistas profesionales y lo compartió, no quiso registrarlo.

-¿Qué es lo que mejor se le da?

-La magia cómica, que no es solo para los niños sino para toda la familia. La comicidad no se aprende, es como la elegancia. O la tienes o no. Ahora quiero hacer cosas para adolescentes, que se resisten, pero los quiero flipar y lo voy a conseguir.

-¿Y qué es lo que le sale peor?

-Sé que nunca seré una buena manipuladora de naipes ni de bolas. No fui llamada por el camino de la magia de salón y no estoy en la edad (risas). Acabo los estudios este año, pero me queda recuperar el examen de los dedales, el examen final y la reválida.

-¿Cómo se llama la asignatura de partir a la gente en dos?

-Grandes ilusiones.

-Su objetivo era dedicarse a la magia de forma profesional ¿Lo está logrando?

-Sí. Estoy feliz. Tengo libertad de horario y disfruto cada vez que actúo porque veo que la gente se lo pasa bien y se van contentos. De una actuación casi siempre me sale otra. La semana pasada estuve en Oleiros, en Alfoz y en Ourol, cerca de Viveiro. Al día siguiente actué en la feria del libro de O Rosal.

-¿Para que tipo de espacios suelen contratarla?

-Lo que más hago es bibliotecas, pero también voy a colegios, asociaciones, eventos... y también comuniones y fiestas. También hago talleres de magia para niños. Hay una asignatura que usa la magia como recurso didáctico, ya impartí unas cuantas jornadas a profesores. Es muy bueno para la agilidad mental, la psicomotricidad y la autoestima.

-La librería no la echa de menos ni un poquito, ¿no?

-No. Si fuera bien seguiría allí y si algo tengo que agradecer a la crisis es que por ella descubrí un mundo increíble, la magia.

Los estudios. Leonor Rodríguez Castro estudia en el Real Centro Universitario María Cristina, en El Escorial.

Su especialidad. Lo que más le gusta es la magia infantil cómica. Hace espectáculos para toda la familia, una media de tres a la semana, y su hermana la ayuda como asistente.