En O Porriño se rifan electricistas, carpinteros y fontanero sin relevo
O PORRIÑO
Desaparecen los oficios esenciales y se disparan las vacantes sin ocupar
19 may 2025 . Actualizado a las 13:54 h.En O Porriño, el municipio con mayor número de empresas del área de Vigo, los oficios tradicionales encaran un futuro incierto. La localidad fue destacada hace unos días por el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, como ejemplo del liderazgo industrial de la Galicia competitiva, gracias a un tejido empresarial sólido y diverso que abarca sectores como la automoción, la biotecnología o la piedra natural. Ese reconocimiento refuerza su papel como escenario ideal para tomar el pulso a un fenómeno que afecta ya a toda la comarca: «No faltan ofertas laborales, faltan trabajadores». Profesionales con décadas de experiencia, muchos formados antes de la mayoría de edad, alertan de una situación crítica marcada por la falta de relevo generacional, la caída del interés por los oficios manuales y la progresiva ruptura entre formación y mercado laboral: «No es cuestión de sueldos ni horarios, sino de actitud».
Lo que empezó como una dificultad puntual en sectores concretos se ha convertido en una carencia estructural que afecta ya a casi todos los gremios. Albañiles, fontaneros, electricistas, carpinteros, caldereros o camareros escasean incluso en el municipio más industrializado de la comarca. Y no por falta de condiciones dignas, sino por una combinación de falta de relevo, escasa vocación profesional y desinterés generalizado. En algunos casos, incluso, los jóvenes rechazan incorporarse para no perder determinadas ayudas públicas.
Entre seis empresas consultadas de O Porriño suman cerca de medio centenar de vacantes que no logran cubrir. Y no se trata de condiciones precarias. Las ofertas incluyen jornada continua, contratos estables y sueldos por encima del convenio. Aún así, no llegan candidatos.
Salvador Sestelo, de Calfoman, empresa dedicada a la fontanería y calefacción, explica que necesita al menos cinco aprendices y otros tantos oficiales. Lleva más de cuarenta años en el oficio y asegura que ahora mismo no consigue candidatos. «Antes, al salir del colegio, los chavales venían a aprender. Ahora no quieren ni intentarlo». Se retrotrae a aquellos tiempos en los que, como recuerda, «se decía que en Madrid los fontaneros iban en Mercedes y cobraban cinco mil pesetas por hora. Aquí cualquier día vamos a llegar a eso», comenta, ante un panorama que considera muy difícil por la falta de relevo.
Celso Freiría, de Mecánicas Rocha, apunta en la misma dirección: «No soy alarmista, tengo 48 años cotizados, pero lo que estamos viendo es muy serio. Por primera vez tengo obras pendientes del año pasado. Ya tengo trabajo firmado para este año y el siguiente, pero me faltan doce personas fijas». En su opinión, el mayor problema no es la falta de cualificación. «Falta implicación, continuidad, compromiso. No vienen ni peones. Algunos incluso rechazan ofertas para no perder ayudas».
Desde Radisma, su gerente David Domínguez confirma que el repunte de la demanda tras la pandemia no fue acompañado de personal suficiente. «Durante la pandemia subió muchísimo la demanda, pero la mano de obra no apareció. Ahora hay trabajo. Lo que no hay es quién lo haga».
El problema se extiende a otros gremios esenciales. Abelardo Otero, responsable de Abelmar, dedicada a instalaciones eléctricas, lo resume con claridad: «Conseguir un electricista es misión imposible. Nos los rifamos. No es cuestión de dinero. Falta seriedad, continuidad, ganas».
A esta escasez se suma otra dificultad: la competencia directa entre empresas para captar personal ya formado. Varios responsables reconocen que, ante la falta de nuevos perfiles, se ha intensificado la práctica de ofrecer condiciones mejores a trabajadores que ya están en activo. Aunque comprensible, esta dinámica genera rotación, alimenta la inestabilidad y tensa las relaciones dentro del propio tejido empresarial. Ante esta realidad, muchos empresarios prolongan su actividad más allá de lo previsto.
El Concello de O Porriño, «con la tasa de paro más baja de los últimos veinte años», apuesta por la promoción de estos oficios esenciales y realiza estadísticas de los servicios más solicitados para promover la formación acorde. «Se están realizando distintos certificados de profesionalidad a través de los obradoiros de empleo y cursos AFD, para desempleados, en algunas de las profesiones más demandadas en el sector servicios, como son las de carpintería, pintura y albañilería», señaló la concejala de Emprego, Rosario Costas. La fotografía que deja O Porriño es la de una economía que funciona, pero que corre el riesgo de no poder sostener su ritmo por falta de manos. Hay trabajo, lo que escasea es personal.
«Tendremos que reducir servicio y quitar mesas por falta de personal este verano»
La falta de personal en los oficios no es solo una amenaza de futuro. Ya tiene consecuencias reales en la actividad económica de O Porriño. Empresas del sector de la construcción reconocen que están devolviendo obra pública por no poder asumirla. No se trata de falta de demanda, sino de escasez de mano de obra.
«Nos están entrando encargos que no podemos aceptar porque no tenemos personal suficiente», confirma Roberto Lemos, con casi 25 años al frente de Construcciones Lemos. «Hay mucho dinero destinado a obra pública que está volviendo a salir del municipio porque no se puede asumir al no haber personal».
La hostelería también acusa esta falta de trabajadores. Adrián Alonso, de O Xantar de Pepa, lo expresa con claridad: «Este verano tendremos que reducir servicio y quitar mesas. No es que falten clientes, es que no hay camareros ni cocineros disponibles. Y los pocos que se presentan, duran muy poco». Ya hay otros hosteleros planificando medidas similares.
Estas situaciones, que hace unos años eran excepcionales, o, en el caso de la hostelería, de las zonas de turismo estival, donde no se ofrecían condiciones de calidad, se están convirtiendo en parte del funcionamiento habitual. Y el problema, insisten los empresarios, no está en las condiciones. La mayoría ofrece sueldos por encima de convenio, jornada continua y estabilidad. Pero no encuentran a gente suficiente para quedarse.
Mientras tanto, el retraso en obras, la reducción de capacidad y la tensión por cumplir plazos afectan a vecinos y empresas por igual. La falta de personal ya no es solo un problema interno. Empieza a notarse fuera. Y cada vez más.