La Justicia culpa del accidente de tren de O Porriño al maquinista fallecido y archiva el caso

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN/LA VOZ

O PORRIÑO

Accidente de tren de O Porriño
Accidente de tren de O Porriño XOAN CARLOS GIL

En el descarrilamiento, en el que murieron cuatro personas y hubo 47 heridos, la jueza no ve responsabilidades en los responsables de Circulación del ADIF, que desviaron el tren a una vía limitada a 30 por hora para comprobar el funcionamiento de unos circuitos averiados el día anterior

25 mar 2021 . Actualizado a las 21:06 h.

Otro maquinista culpable, aunque esta vez no podrá ser procesado al haber muerto en el accidente que, según la Justicia, él mismo habría provocado. El Juzgado de Instrucción número 2 de O Porriño ha acordado el sobreseimiento provisional de la investigación del descarrilamiento del tren Celta, ocurrido el 9 de septiembre del 2016 y en el que fallecieron cuatro personas, entre ellas el maquinista, y 47 resultaron heridas, 13 de ellas graves. La jueza concluye que la causa del accidente fue el exceso de velocidad del tren, que realizaba el recorrido entre Vigo y Oporto y en ese momento entraba en la estación de O Porriño. Una conclusión en línea con las pesquisas oficiales de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), que también ve la causa del accidente en un despiste del conductor que murió en el descarrilamiento. Al no encontrar responsabilidades en el ADIF, que ordenó desviar el tren cerca de la estación de O Porriño cuando nunca solía hacerlo -nunca para en esta estación-, se extinguen las eventuales responsabilidades penales. Contra el auto se puede presentar recurso y hay una reserva de acciones civiles para los afectados, algunos de ellos turistas extranjeros.

Las pruebas periciales coinciden, según relata la instructora, en que el ferrocarril accedió a la estación a una velocidad de 118 km/h, cuando la máxima permitida era de 30 por hora. «La responsabilidad de tal exceso de velocidad reside en exclusiva en la imprudencia del maquinista, fruto de una conducción desatenta a las circunstancias de la vía y a su señalización», asegura la jueza, quien sostiene que, si se hubiese observado la velocidad que marcaba la señal de precaución verde y amarilla, «el tren no habría descarrilado».  

Aunque la muerte del conductor cierra la puerta a continuar con el proceso judicial, la instructora considera que los hechos podrían haber sido constitutivos de cuatro delitos de homicidio por imprudencia grave profesional y de 47 delitos de lesiones por imprudencia grave profesional.  

Tanto los peritos judiciales como los técnicos de la CIAF descartaron que hubiera fallos en el sistema de frenado del tren o en la señalización, pues no detectaron anomalía alguna en las pruebas y recorridos realizados. Y como causa del despiste para no reducir la velocidad en la vía desviada se apunta a una posible conducción rutinaria, «una serie de circunstancias repetitivas en el tramo de aproximación a O Porriño que podrían haber generado una costumbre y una sensación de confianza excesiva en el maquinista». Esto se refleja en que el conductor realizó los reconocimientos automáticos de las señales, pero sin ejecutar lo que esas señales ordenaban. No solo no reduce la marcha, «sino que continúa incrementando su velocidad», pese a las calificaciones «elevadas» que había tenido el profesional, de nacionalidad portuguesa, en la formación para circular por las vías españolas. Se considera «poco verosímil» que el maquinista confundiera esta señal con la del reglamento portugués y la jueza asume que a los maquinistas hay que exigírseles un deber de diligencia superior «al hombre medio ideal», por su cualificación profesional y por dedicarse al transporte de viajeros.

El material móvil alquilado por Renfe a Comboios de Portugal para este servicio transfronterizo tampoco tuvo efecto alguno en el siniestro, según la jueza Loreto Carro Márquez, ni agravó las consecuencias del descarrilamiento. Tampoco el estado de la infraestructura, que estaba acorde con las normas de seguridad. Sin embargo, el día anterior al siniestro se detectó un fallo en los circuitos de vía que avisan de la presencia de un tren para evitar colisiones. La señal de entrada estaba en verde (vía libre) cuando en realidad estaba ocupada. Se trataba de una situación muy grave, por lo que se decidió desplazar a dos operarios a la estación de O Porriño, que inspeccionaron los carriles y comprobaron las tensiones en el armario de señalización, sin detectar anomalías. Además, se realizaron varios pasos y cruces de trenes por vías de la estación, pero en ninguno de los casos se reprodujo el fallo. Precisamente uno de esos convoyes que se utilizó para comprobar el funcionamiento de los circuitos fue el tren Celta accidentado, una maniobra que rara vez se efectuaba con estos trenes, aunque los maquinistas deben saber que siempre pueden ser desviados por múltiples razones. «Este procedimiento (hacer pasar un tren similar, observando la respuesta de los circuitos) es el habitual para la verificación de incidencias de este tipo. Por otra parte, debido al accidente producido (y los trabajos de reparación posteriores), no ha llegado a verificarse que hubiese un problema en el circuito de vía», recalca la jueza.