
La visita de Wilco en Nigrán reactivó a una generación ya poco dada a licencias festivas
22 ago 2023 . Actualizado a las 02:02 h.Llegó Jeff Tweedy y mandó parar. Primero, a quienes, desubicados, alborotaban las primeras filas. Y segundo, a quienes dudaban del estado de forma de la banda de Chicago.
Algún temor asociado a esa duda asomó en los primeros minutos del concierto que Wilco ofreció el domingo en el pazo de Urzaiz, en Nigrán, en el marco del ciclo Espazo Fest. Un sonido francamente mejorable -como después se demostró- y la elección de una interpretación áspera y oscura del austero Handshake Drugs (A ghost is born, 2004) seguida de dos temas de su cuestionado último disco, Cruel Country (I am my mother y el que da título al álbum), propiciaron cruces de miradas que delataban cierta inquietud en el personal.

Mas no tardaron Tweedy y su sobresaliente escudero, el deslumbrante guitarrista Nels Cline, en hacerse con las riendas del asunto. Bastaron dos llamadas al Yankee Hotel Foxtrot (I am trying to break your heart y Kamera) para que cualquier atisbo de duda se disipara como se disipaban las cervezas en los vasos de cartón. Wilco estaban allí dispuestos a entregar lo que más de 4.000 almas ansiaban. Y a fe que lo hicieron.
Cierto que lo tenían todo a su favor. Un entorno de fantasía y un público predispuesto a aprovechar la ocasión. Un público con una franja de edad muy determinada y que poco o nada tenía que ver con el que acostumbramos a encontrar frente a los escenarios el resto del verano. Muchos abuelos ejercieron de canguros el domingo por la noche. La visita de Wilco reactivó a una generación ya poco dada a licencias festivas. Y menos a golpe de domingo. Pero es que no todas las semanas uno tiene la ocasión de toparse con dios a la puerta de su casa.
El in crescendo, precisa y preciosamente programado, de Wilco se tornó en éxtasis cuando los del Chicago entonaron las primeras notas de Impossible Germany. Por cierto, la única canción que hicieron del que para muchos seguidores sigue siendo el mejor disco de la banda, Sky blue sky. Y ya no nos bajamos de ahí. Jesus, Etc —de nuevo el Yankee Hotel Foxtrot— y Box full of letters, una canción de su primer disco (A.M., 1995), precedieron, con público y banda ya desatados y en feliz comunión, a The Late greats y Heavy metal drummer, antes de un descomunal cierre coral sellado con un A shot in the arm que dejó en evidencia los incontables quilates que atesoran los músicos que conforman la banda, por mucho que se mantengan la mayor parte del concierto alejados de fastuosos alardes.
El bis arrancó con Tweedy presumiendo de talismán. Sus dos últimas visitas han coincidido con sendos campeonatos del mundo de fútbol para España. «Si queréis volver a ganar un Mundial tenéis que invitarme», bromeó, antes de arrancarse con Falling apart (right now). Los de Chigago pusieron el listón donde ya no alcanzaba a verse en el cielo de Nigrán con la interpretación de California star y Red-eyed and blue para abrazar el paroxismo encadenando una poderosísima I got you (and the end of the centry) con el vibrante rescate de Outtasite (Outta mind), con la que cerraron el concierto.
Nadie pidió más. No hacía falta. Lo recibido había satisfecho con creces las necesidades vitales. Sosiega el espíritu cerciorarse de que bandas como Wilco siguen ahí. Y que no hacen falta cañones de confeti ni fuegos artificiales para que la música te impregne el tuétano. Basta con un puñado de buenas canciones, un buena colección de guitarras y una notable dosis de honestidad. ¡Ah! ¿que eso ahora no se lleva? Vaya por dios. Bendito Jeff Tweedy que estás en los cielos.