«Intento de homicidio»
Muchas candidatas solo soportaron un fin de semana en la casa tras pasar una noche sin pegar ojo por temor a que el hombre las tocase si caían rendidas por el sueño: «Era un horror, terrorífica». Una venezolana huyó al creer que la iban a electrocutar mientras se duchaba. Según dice, al descolgar y abrir el aspersor de la ducha le saltaron unos chispazos eléctricos. Sospecha que la regadera podía tener dentro una cámara de vídeo para grabarla durante su aseo. Pensó en denunciar al jefe y a su pareja por «intento de homicidio» pero, la compañera le pidió disculpas y desistió.
Una cuidadora habitual que estuvo cuatro años al servicio del matrimonio, aunque pensaba que eran hermanos, dijo que él jamás la tocó pero que oyó de su «fama» en el pueblo pues, según dice, la gente comentaba que cuando él dio clases en la Catequesis le gustaba sobar a las chicas. Otra testigo dijo que también tenía mala fama cuando fue profesor de un instituto de secundaria. Dado que él era una institución en el pueblo, nadie se atrevía a denunciarlo, sobre todo si eran inmigrantes sin papeles que tenían miedo de ir a la policía o la guardia civil.
Pero algunas mujeres dejaron constancia de los supuestos abusos en los servicios sociales del Concello de Nigrán o en Cáritas, que elaboraron informes y recopilaron las quejas. Un responsable de Cáritas leyó en un juicio el informe que elaboró una inmigrante perjudicada sobre las vejaciones que había sufrido en la casa.
Esa información recabada por las instituciones llegó a manos de la Guardia Civil cuando una unidad investigó las denuncias. Una agente explicó que sospechan que hay más afectadas e intentaron contactar con cuatro inmigrantes empadronadas en la casa, con las que nunca pudieron comunicar.
Al final del juicio, la Fiscalía mantuvo su petición de condena y la acusación particular la modificó para amoldarse a las penas solicitadas por el Ministerio Público. La defensa pidió la absolución.