Los miembros del colectivo acudieron esta semana a la playa de Portocelo para comprobar el resultado. Enterraron a más de dos metros y medio de profundidad varios troncos el pasado mes de noviembre. Pero la marea acabó desenterrándolos y solo pudieron recuperar uno de ellos, que de momento les vale para seguir su trabajo. El director de la sección marítima, José Manuel Rodríguez Crespo, explica que esta es una forma económica que se usaba antiguamente para tratar la madera y hacerla resistente a las condiciones meteorológicas más adversas. Bajo la arena, el salitre va consumiendo la resina y el palo se hace más resistente a la humedad.
Una vez recuperado, lo depositaron en su sede del faro nuevo de Panxón, donde tendrá que secarse durante unos días para que la corteza vaya desprendiéndose por sí sola antes de poderla colocar en la gamela.