Un mensaje viaja en una botella de Newport a Nigrán

NIGRÁN

31 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

No es una felicitación navideña, pero sí el mensaje «más original e inesperado» el que ha recibido un vecino del municipio pontevedrés de Nigrán durante estas fiestas. La misiva tardó tres años en llegar, pero, por una vez, el retraso está más que justificado.

El protagonista de la historia es Laureano Gómez, cuyo nombre no figuraba en la misiva, pero que se convirtió en su destinatario en el mismo momento en el que, paseando por las islas Estelas, se topó con una botella de plástico que tenía algo en su interior. «Me llamó la atención porque tenía papeles dentro y la recogí de entre unas rocas», explicaba ayer.

Laureano, que curiosamente lleva más de dos decenios dedicado al mundo de las actividades de ocio y aventura, no dudó en usar el cuchillo que guardaba en el kayak, con el que había llegado hasta las Estelas, para romper el envase y hacerse con su contenido. «Era surrealista, parecía de película, pero allí estaba yo, en medio de una isla, con un mensaje en una botella», recuerda.

En su interior se encontró con un billete de un dólar americano y un pequeño texto escrito en inglés sobre un folleto publicitario de una empresa dedicada a la pesca deportiva. Su asombro fue en aumento a medida que lo releía, ya que alguien, posiblemente el capitán Junior Johnson, responsable de la firma, Live Wire Sportfishing, cuyo nombre aparecía en la misiva, suscribió la fecha de envío el 6 de noviembre del 2005. Tampoco es de extrañar la tardanza porque, a falta de que se produzca el encuentro que ya empieza a fraguarse entre el remitente y el receptor y que permitirá desentrañar las claves del asunto, es de suponer que la botella fuese lanzada al mar en New Port, la ciudad de Carolina del Norte donde tiene su base la empresa del capitán Junior Johnson. El mensaje habría recorrido así, como mínimo, las 3.700 millas de océano Atlántico (casi 6.000 kilómetros) que separan esta villa de la costa este de EE.?UU. de Nigrán. En el mensaje, varios nombres y una misiva, «ojalá estuvieras aquí», predestinada a convertirse en una invitación a conocerse que Laureano no piensa declinar porque lleva «la aventura en la sangre».