Una filosofía que PACMA sustenta por un lado en la información, defendiendo que a mayor conocimiento de la industria cárnica, más conciencia social animalista. «Si a la gente se le da a elegir, nadie elegiría tratar mal a los animales. Elegir no comprar un abrigo de piel, o no ir a un zoo o adoptar un perro es una elección más o menos sencilla que no tiene grandes implicaciones, pero cambiar cómo comes es más complejo». Duarte defiende como parte del cambio el hecho de que la comida vegana llegue a ser más accesible para la mayoría. «Hay zonas rurales o ciudades pequeñas donde si la gente quiere salir a tomar algo, tiene muy pocas opciones. Yo hace unos años cuando estaba en Galicia solo podía comer una ensalada en los bares y ahora cada vez hay más restaurantes veganos en Vigo, incluso pastelerías. Si es sencillo, hay más gente que da el paso».
¿Activismo o política?
La rutina de Laura Duarte dista mucho de la agenda de los líderes de los partidos nacionales que sí tienen representación institucional. «Asumimos mucho trabajo, por encima de nuestras posibilidades. Es duro pero es importante y gratificante». Igual que el ecologismo se ha ido integrando en los partidos tradicionales, PACMA no descarta esta estrategia, aunque desconfía de las formaciones políticas. Ha habido negociaciones, sin éxito. «Defendemos lo que pensamos, no estamos para tener sitio en el Congreso». La primera condición que exigen es incluir la prohibición de la tauromaquia en el programa electoral; ni siquiera Podemos ha accedido. «En los últimos diez años ha habido un cambio enorme en la sociedad. Cuando yo no quería comer carne, de niña, era un bicho raro. Ahora son muchos los niños o adolescentes que piensan así y eso se verá reflejado en la política», afirma. A punto estuvieron de entrar en el Congreso en el 2019, las encuestas le daban dos escaños que, al final, no lograron. El Parlamento gallego se antoja más lejano. «No sé cuándo pero espero que pase porque hace mucha falta».