Formando pilotos desde los dos años

MÍRIAM VÁZQUEZ FRAGA VIGO / LA VOZ

MOS

xoán carlos gil

La escuela Lorenzo Pontevedra entrena a niños en Mos que se inician a edades muy tempranas

20 jun 2016 . Actualizado a las 19:21 h.

Dos años. A la temprana edad de 24 meses de vida ya se puede empezar sin ningún problema a formar a un piloto de motociclismo. Así lo hacen en los centros del padre de Jorge Lorenzo distribuidos por toda España, incluido el de la provincia de Pontevedra, que después de pasar por varias ubicaciones desde su puesta en marcha, se instaló hace unas semanas en Mos, donde por fin han encontrado las condiciones idóneas.

«Se empieza con las motos de plástico de rueda gorda para que se vayan haciendo a las dos ruedas», dice el responsable de la escuela, Eduardo Torres. Luego pasan a la bicicleta sin pedales para trabajar el equilibrio, después sin pedales y, ya por último, llega el paso de la moto. «Cada niño es un mundo, pero lo normal es que con tres años empiecen ya a cogerla, incluso antes en algunos casos. Más de tres o cuatro meses no es frecuente que tarden», señala.

El día a día de los entrenamientos de estos pequeños pilotos -y de los mayores, porque no es imprescindible empezar tan pronto- está marcado por las caídas. Es algo que les enseñan a asumir como completamente normal. «El que viene es porque le entusiasma y sabe que es una fase que hay que pasar. Se caen y se levantan mil veces hasta que consiguen hacerlo todo. Y lo disfrutan muchísimo».

Subraya el entrenador que se trata de un deporte complejo que «para nada consiste en subir en la moto y andar», sino que requiere entrenamientos muy personalizados. «Se empieza por la serpiente para que sepan esquivar otra moto o cualquier otra cosa en carrera; luego el zig-zag para que vayan aprendiendo a girar la cabeza, la colocación de los pies y la postura encima de la moto en su conjunto con las rodillas y los hombros; los ochos para acostumbrar el cuerpo a las curvas en carrera... Son muchísimos», constata. Y en todas las escuelas Lorenzo -41 en el mundo- se realizan los mismos.

La protección está considerada como «lo más importante» y así se lo transmiten a los deportistas desde el primer momento. «Si hacemos una prueba en cualquier piloto de nuestra escuela al que le arranques la moto sin tener guantes, espaldera o casco, la apaga y te reclama al momento lo que le falte». E incide también en que la peligrosidad que se atribuye en ocasiones al motociclismo no se corresponde con la realidad. «Hay más muertes de jugadores de fútbol, lo que ocurre es que de eso no se habla. Es una cuestión de azar», recalca. Y añade que en la escuela jamás han tenido el más mínimo percance. «Está todo muy estudiado y estamos constantemente mejorando las técnicas. Hay cero accidentes en las clases».

Esa preparación no está orientada solamente a la competición, pues aunque la mayoría de los alumnos sí tienen ese objetivo, a otros simplemente les gusta correr sin participar en pruebas. En todo caso, necesitan dar otros pasos previamente. «Hacemos antes estiramientos e incluso yoga. Se exige una cierta forma física, se necesita estar fuerte para mantenerse un tiempo encima de la moto y también mucha concentración y disciplina, seguir unas pautas muy marcadas».

Torres destaca que el niño tiene que querer hacer motociclismo. Pero igual que hay padres amantes de este mundo que pretenden introducir a sus hijos sin que estos estén interesados, hay pequeños que luchan contra los prejuicios de sus progenitores. «Los hay que no han tenido moto en su vida, pero se les explican las cosas y se les quitan los miedos. Aún se ve la moto con una actividad extraordinaria, cuando debería ser como el kárate o la natación», reflexiona.

Durante su experiencia como entrenador, Torres ha comprobado que hay pilotos «con un instinto innato» para este deporte, mientras que otros avanzan a base de trabajo y disciplina que les permiten conseguir lo mismo. «Se puede llegar muy lejos de cualquiera de las dos formas», valora. Ahora, con las nuevas instalaciones de las que dispone en San Martín de Tameiga, asegura que el proceso es más fácil.