Prisión por homicidio para el supuesto autor del crimen de Moaña

E. V. Pita VIGO

MOAÑA

M.Moralejo

El Juzgado de Cangas decreta su ingreso en la cárcel de forma provisional y sin fianza

07 jul 2021 . Actualizado a las 21:24 h.

El crimen de Moaña del pasado fin de semana ha destapado la vulnerabilidad de los ancianos que viven solos en sus casas en los municipios gallegos de la periferia y que son víctimas de asaltantes violentos que entran a robar. En este caso, un intruso se metió por una ventana o forzó la puerta de una vivienda, pero la dueña lo sorprendió, vio que era un vecino del barrio y acabó maniatada y muerta. El Juzgado de Instrucción número 1 de Cangas decretó este miércoles la prisión provisional, comunicada y sin fianza para Balbino S. como supuesto autor de un delito de homicidio en Moaña.

La Fiscalía solicitó el encarcelamiento de Balbino porque las pruebas le sitúan en la casa de la vecina de 74 años, Cándida Soaje, que fue hallada muerta de forma violenta en su vivienda de la parroquia de Tirán cuando su hijo acudió el sábado a la hora de comer a visitarla.

El implicado, que vivía a cien metros de la víctima, permanecerá en prisión preventiva hasta que se celebre el juicio en la Audiencia de Pontevedra dentro de unos meses. Afronta entre 10 y 15 años de cárcel si es declarado culpable de homicidio.

El hecho de que le atribuyan un delito de homicidio y no un asesinato es porque el implicado fue a la vivienda sin haber planeado el crimen, no actuó con ensañamiento y la víctima no fue atacada por sorpresa y pudo defenderse, ya que había señales de riña y marcas. En caso de que la Fiscalía apreciase alguna de dichas agravantes, pediría el delito de asesinato, que supone entre 15 y 25 años de cárcel.

Aunque no ha trascendido el tipo de pruebas, la Guardia Civil sitúa al sospechoso en la escena del crimen. Todo apunta a que la Policía Científica encontró las huellas dactilares del hombre dentro de la vivienda. Además, aparecieron testimonios que lo sitúan merodeando por la zona.

Balbino vive a 100 metros de la víctima y la fallecida y el detenido no tenían relación ni habían surgido problemas entre ellos. La vecina vivía sola aunque su hijo la iba a visitar habitualmente, Apenas salía de casa y se la solía ver en el jardín arreglando sus flores o esperando en la parada de autobús. Al ser asaltada, vestía ropa de calle, lo que lleva a suponer que el crimen fue el viernes por la tarde, cuando volvió a su casa de hacer unos recados y se topó al intruso en la planta primera, la de los dormitorios. Este habría vigilado las entradas y salidas de la mujer y aprovechó su ausencia para ir a robar. No se esperaba que regresase tan pronto y hubo una riña. Es ahí donde está el desorden. Como era su vecino, este temió que la delatase y se enfrentó a ella, la golpeó, la redujo y la maniató al pasamanos de la escalera, donde murió.

No consta que se llevase botín de la casa y el juzgado tampoco le investiga por el cargo de robo aunque, técnicamente, ese delito puede ser absorbido por el más importante del homicidio.

La casa unifamiliar de Cándida era humilde por lo que no parecía ser un objetivo para una banda itinerante que buscase joyas, grandes sumas de dinero o aparatos electrónicos. Tampoco era un chalé de fin se semana que estuviese vacío la mayor parte del tiempo. Al contrario, la dueña salía al jardín a regar sus flores y hablaba con los peatones. Había numerosos indicios de que la vivienda estaba habitada.

Por ello, las sospechas se centraron en su entorno cercano y el vecindario del barrio de Vilela, que conocía sus costumbres y podía ver si ella entraba o salía de la vivienda. El hecho de que el asaltante fuese otro vecino lo puso en el punto de mira de los investigadores, pues otros residentes del barrio lo reconocieron y lo vieron rondar por la zona.

Balbino estaba fichado por otros arrestos e identificaciones anteriores en Moaña como supuesto autor de robos. Una mujer lo denunció en marzo por entrar en su finca en la parroquia de Tirán. Le atribuyeron un delito de robo.