Para empezar, un híbrido de pino y carballo

Antón lois VIGO / LA VOZ

MOAÑA

cedida por Antón Lois

La ruta del curso alto del río da Fraga discurre siempre a la sombra con un agradable frescor, un detalle digno de tener en cuenta en esta época

15 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy nos vamos a la espina dorsal del Concello de Moaña, el río da Fraga, concretamente a su zona menos conocida, el curso alto. Su acceso más directo está actualmente cortado por las obras de la conversión en autovía de la vía rápida de O Morrazo (y su correspondiente destrozo ambiental) por lo que la mejor opción es tomar la carretera PO-313 de Moaña a Marín y al llegar al mirador da Fraga bajar hasta la aldea del mismo nombre en la que un enlace a la izquierda nos lleva directamente al albergue municipal de O Beque, punto de partida y llegada de nuestra ruta (en caso de duda, al navegador: N421920232 E84311.269).

En la pequeña zona recreativa a la entrada del albergue comienza nuestra ruta que no deja de ser el sendero natural que bordea el río por lo que resulta imposible perderse y a partir de aquí iniciamos el descenso atravesando el bosque de ribera pero antes conviene fijarse en un detalle que encontraremos junto al aparcamiento de O Beque.

Junto a la carretera veremos un enorme pino apoyado en un no menos enorme carballo. Si nos fijamos en sus troncos encontraremos que se están uniendo, o lo que es lo mismo, asistimos a una hibridación entre pino y roble. Una vez iniciado el sendero la primera sorpresa es el acusado desnivel. Nuestro río es modesto en su caudal pero potente en su descenso. Por el camino descubrimos una sorprendente diversidad de fauna, bien directamente o a través de sus rastros.

Una espectacular población de libélulas, el vuelo de la vacaloura, nuestro insecto más grande, el canto de las aves forestales empezando por los pájaros carpinteros, el rastro del zorro y la gineta y siempre como fondo la espectacular vegetación. Para hacernos una idea de lo vital que resultan estas autopistas verdes

anoten que en el entorno de una sola de las pozas del río de apenas un metro localizamos nueve especies diferentes de helechos. Pero nuestros amigos no están solos y a lo largo del río encontraremos ejemplares notables de vidueiros, salgueiros y amieiros, junto a xialbarbeiras y una incontable variedad de musgos tapizando las rocas.

A pesar de los rigores estivales nuestra senda discurre permanentemente a la sombra y con un agradable frescor y este es un detalle digno de tener en cuenta. Uno de los aportes fundamentales del río da Fraga al conjunto del ecosistema de la ría es precisamente ese aporte de agua fría y dulce que contribuye a mitigar el exceso de temperatura y salinidad de las aguas de la ría, y de las que depende en buena medida su productividad. Nuestro camino desemboca en una encrucijada sobre un pequeño puente.

Podríamos optar por continuar el descenso, que nos llevaría a la praia da Xunqueira, o bien regresar por el sendero circular. Si se imaginan lo peor acertarán; efectivamente ahora toca subir. Nos llamará la atención el camino empedrado que discurre en paralelo al río y, sobre todo, las marcas lineales hundidas en las piedras de granito que lo pavimentan. Es un indicador claro de que nos encontramos en un camino de carros, una de las antiguas vías de comunicación entre Moaña y Marín.

Llegados a este punto tenemos dos opciones: o bien desviarnos a la derecha, siguiendo el sendero largo que nos llevaría a las cascadas del río, o continuar el ascenso por el sendero corto que nos

conduce de nuevo a O Beque. Si la pendiente nos resulta dura imagínense la misma tirando de un carro con unos miles de kilos encima y seguramente entenderemos como las huellas de sus ruedas consiguieron hacer surcos en las piedras. Este tramo de nuestra ruta resulta un poco decepcionante, pues atravesaremos un monótono monocultivo de eucaliptos y acacias, pero tendremos una recompensa final al llegar a una carballeira centenaria, una isla entre las invasoras, y que justifica el vuelo de las vacalouras que vimos antes, pues es el hábitat del que dependen. En general, lo que estamos viendo es una lucha entre el bosque de ribera autóctono y las especies exóticas invasoras. Las segundas están ganando la batalla, pero el río da Fraga es recuperable y precisamente lo que suceda en su curso alto será determinante para el resto.

El Concello de Moaña tiene la oportunidad de revertir la situación. Tenemos esperanzas de que lo hará.