Patrimonio obliga a numerar los sillares de la vieja alameda de Gondomar que será peatonalizada
GONDOMAR

Las obras durarán siete meses y la constructora es apremiada para acabar antes
02 mar 2024 . Actualizado a las 11:26 h.Patrimonio obliga a preservar los grandes sillares de la vieja alameda de Gondomar que se han levantado para peatonalizar la zona. Las piedras se están almacenando en una finca del centro parroquial. Los camiones grúas las depositan unas vez numeradas. Las excavadoras extraen las enormes losas que configuran el perímetro de la alameda, la plaza de Manuel Alonso, formada por la confluencia de las calles Manuel Losada, San Bieito y Carlos Fernández, un vial que va desde el hotel Cristaleiro hasta la famosa fábrica de rosquillas de la misma familia.
Es el cogollo del comercio en Gondomar, donde se asientan tiendas y cafés tradicionales, una veintena de comercios y varios centenares de vecinos que siguen con atención los movimientos de las máquinas que manejan los obreros de la constructora Civis Global. En la plaza destaca una fuente que se va a trasladar también.

Patrimonio ha exigido que estas piedras se conserven y se reutilicen en el proyecto de peatonalización. Las obras han comenzado con el levantamiento de las losas de granito que han dejado al descubierto una superficie de tierra «donde yo jugaba de pequeño», recuerda el exalcalde Antonio Araúxo. La alameda se reformó en lo años 50 y desde entonces las cañerías se han ido oxidando y hay que cambiarlas. Los obreros han colocado señales de prohibido aparcar en toda la plaza. Los comercios están divididos respecto a las obras. Unos quieren que se hagan lo más rápido posible, en cuatro meses, y otros que se vaya por fases para que no se corte toda la plaza. Civis Global baraja siete meses, aunque no descarta cinco. De momento, el tráfico sigue abierto. Teresa Pereira puede recibir a sus clientes habituales en Alimentación Alameda, un antiguo ultramarino que mantiene vivas las tradiciones: manitas de cerdo, cacheiras y chorizos. «Hoy he tenido que venir con las botas por el barro», dice una cliente.