Rosalía, la cartera que sacó la oposición a los 60 años, viuda y con cuatro hijos

Monica Torres
mÓNICA TORRES GONDOMAR / LA VOZ

GONDOMAR

M.MORALEJO

Gondomar rinde homenaje a la primera repartidora de Correos en Vincios, también nieta, hija y madre de carteros

11 dic 2022 . Actualizado a las 02:02 h.

Cuando Correos, una de las primeras empresas españolas que decidieron incorporar mujeres a su plantilla, contrató en 1971 a una cartera, Rosalía Alonso Fernández ya llevaba más de dos décadas aprendiendo un oficio con el que creció desde niña. Tanto su padre como su abuelo, ambos de nombre Manuel, se sucedieron en el cargo de repartidores en la parroquia de Vincios. «Cuando tenía 9 años yo repartía, de camino a la escuela, los periódicos que venían por correo a diario en el autobús», recuerda Rosalía. Gondomar rinde homenaje a esta mujer dedicándole el mes de febrero, el de su cumpleaños, en el calendario oficial del Ayuntamiento.

«Rosalía es un ejemplo de superación porque es una de las primeras mujeres del municipio que prestó un servicio público indispensable y especialmente valioso en el rural, con gran profesionalidad. Además, tuvo que conciliar su vida laboral con la familiar cuando no había casi servicios de apoyo y consiguió prosperar en Correos gracias a su esfuerzo y tenacidad», indica el alcalde, Francisco Ferreira.

La primera cartera de Vincios no fue nombrada oficialmente como tal hasta que se jubiló su padre, en 1977, pero acompañándole a diario ya había ganado años de experiencia. «Antes de entrar en clase le llevaba los periódicos al cura, al que tenía la taberna, a un feriante y a los maestros, sin faltar un solo día», recuerda con claridad. Le encantaba el colegio. «Con cinco años y medio ya quería ir pero me hicieron volver para casa porque me faltaba medio año. La profesora se enteró y les dijo a mis padres que me dejaran ir a clase. Yo me esforzaba tanto que ganaba todos los premios, que eran estampitas de santos», recuerda emocionada. Le encantaban aquellas imágenes que atesoraba como un tesoro.

«Tuve que salir llorando de la escuela con 14 años. Mi profesora ya me iba arreglar los papeles para entrar en el instituto Santa Irene, pero mi madre dijo que tenía que trabajar en el campo. ‘A carreira doulla eu de aquí a Cabalar¡, que era una finca que teníamos», explica Rosalía.

En su casa siempre había una cartera. «La enviábamos y la recogíamos por el autobús. Cuando papá vivía la dejaban en el barrio de Arcos y después ya en el mío, que es el de Hervillás. «Con cuatro hijos, yo atendía el bar y me encargaba del correo. Los niños me ayudaban en todo, pero cuando falleció mi marido en 1988, como tan solo 47 años, cerré el negocio y me dediqué solo a ser cartera», relata esta vecina que comenzó su carrera a pie, la siguió en bici y la acabó con una moto que muchas veces tuvo que llevar de la mano por los embarrados caminos. Aún la guarda en casa. «Siempre me encantó mi trabajo y poder estar con mis vecinos, pero teníamos que saber hacer de todo, desde giros a reembolsos. Dios me dio valor para todo», asegura.

Esta mujer, a la que no dejaron seguir en el colegio con 14, retomó los estudios 46 años después, con 60, y consiguió sacar una plaza en las últimas convocatorias de funcionarios que convocó Correos en el 2000.

«Tuve que ir a estudiar a Pontevedra y a hacer las oposiciones a Santiago, después de trabajar tantos años casi por nada y ya fallecido mi marido. Recibí una carta de Madrid con el nombramiento de funcionaria de carrera y, a partir de ahí, me pagaron para vivir lo que merecía», recuerda la incansable trabajadora con la satisfacción añadida de que sus dos hijas son también trabajadoras de Correos, como laborales fijas, y aprendieron el oficio de su mano.