Sobrevivir en una caravana

Monica Torres
mónica torres GONDOMAR / LA VOZ

GONDOMAR

cedida

Vecinos de Gondomar ayudan a una pareja que trabajaba en un circo y busca empleo

30 ago 2020 . Actualizado a las 02:20 h.

Juan Carlos Misa y su mujer, Rosa Herranz, están confinados en una caravana. Pero su reclusión nada tiene que ver con la pandemia por más que la crisis sanitaria, explica esta pareja de Gondomar, «sí que nos dificulta encontrar algún trabajo con el que ganarnos la vida». Pasar el verano en el vehículo no ha sido, en su caso, una elección de vacaciones sino una obligación. Es su único techo. La ayuda de vecinos, el párroco y la protectora Baisenpulgas, que les aportan alimentos, ropa y enseres de primera necesidad, les ha permitido sobrevivir durante este tiempo. Pero su situación se complica.

«Ahora se nos estropeó el generador, por lo que no tenemos ni luz», explica Misa, que no siente vergüenza por tener que pedir ayuda. Está dispuesto a trabajar aunque sea en especie, asegura, a cambio de ese generador que les haría la vida bastante más llevadera.

Juan Carlos y Rosa compraron la caravana cuando aún trabajaban para un circo. Su última función los dejó tirados en el municipio de Ribadeo a principios de año. Indican que la situación laboral era muy mala porque llevaban tiempo sin pagarles y eso le hizo tomar la determinación de dejarlo. Lo hicieron, en el caso de él, animado por una oferta de trabajo que tenía en una ganadería del municipio ribadense y así se ganó el dinero para conseguir que le remolcaran su caravana hasta Gondomar, ya que la pareja tampoco tiene coche para desplazarse. La crisis sanitaria truncó su trabajo en Ribadeo y, de momento, su auténtico salvavidas son los vecinos que les ayudan.

Juan Carlos Misa no tiene más que buenas palabras para sus bienhechores, pero aspira a ganarse el pan por sí mismos mientras intentan tramitar una risga. Tiene bicicleta, por lo que, dice, puede moverse por la comarca y un currículo laboral que le aporta experiencia en varios sectores. Hacen un llamamiento desesperado. «Si alguien nos puede dar trabajo estaríamos muy agradecidos. De pintor, albañil, jardinero o limpiando casas o fincas; tan solo queremos trabajar porque ahora vivimos con una mano delante y otra detrás», apunta este matrimonio esperanzado en un septiembre mejor.