«Se viste ella sola todos los días y, hasta hace dos años, entraba y salía ella sola de la bañera», explica su sobrina. Pilar hace como que no está atenta, pero en sus ojos se aprecia que no pierde ripio: «Cando morreu o papá, estivemos sete anos de loito. Non houbo festa ningunha», aclara. En cuanto a su salud, no tiene graves problemas: «Apenas toma medicación, una pastilla para el párkinson, que yo creo que ya ni tiene», explica su sobrina.
Claudina, en la residencia de Covelo, tampoco toma muchos medicamentos. Está operada de las dos caderas pero se mueve en silla de ruedas: «Aunque estoy vieja, no ando abandonada», me aclara. Y la sobrina añade otro matiz: «La residencia se la está pagando ella, con su pensión y sus ahorros». Al fin y al cabo, no tuvo hijos que mantener. Le pregunto que por qué no se casó y entonces mira con cara de saber la respuesta y no querer decirla: «Cuéntale, Claudina, cuéntale la historia de aquel de León que quería que te fueras con él», le anima la sobrina. Pero esa historia no saldrá a la luz. Hoy no.