Mercedes Villar, presidenta de la asociación de O Hío que cortó el paso de vehículos este domingo hacia las playas de Aldán, pide un plan de movilidad
22 ago 2024 . Actualizado a las 01:09 h.Las vacaciones ya no son época de descanso, paz y relax en familia para los vecinos de O Hío, en Cangas. El bum turístico que se desató tras la pandemia y que ha explotado con el desembarco de miles de turistas, muchos de ellos portugueses, atraídos por consejos de influencers y series de televisión que han promocionado la ría de Aldán como un «oasis» o «paraíso escondido», ha borrado la idílica postal de sus playas. Los vecinos se sienten atrapados dentro de sus propias casas y urgen una actuación conjunta que ponga coto a la invasión de coches que toma cada rincón de la parroquia. El domingo cortaron el tráfico para visibilizar el «colapso» que representa «un auténtico calvario» para ellos. «No es turismofobia, es el derecho de los vecinos a vivir en paz, es proteger el entorno natural de O Hío y nuestra seguridad e integridad física», explica la presidenta de la asociación de vecinos de Pinténs, Mercedes Villar.
Todos reconocen un problema para el que nadie encuentra solución. Los vecinos insisten en que no están en contra del turismo, «sino de la falta de civismo». Las ocho asociaciones la parroquia de O Hío, al igual que las de Aldán, han hecho frente común. «No tenemos una varita mágica y sabemos que no hay una solución fácil, pero hay que empezar a tomar medidas consensuadas con los vecinos y entre todas las administraciones», insiste Villar. Avanza que ya está previsto reunirse con el gobierno local en septiembre «porque tampoco hay ya nada que hacer antes». Volverán a poner sobre la mesa soluciones como la de habilitar aparcamientos disuasorios y lanzaderas que puedan trasladar a los turistas hasta las playas para que aparquen los coches. En O Hío no caben ni hay más sitio. Sin embargo, el problema va en aumento: «Cada vez viene más gente, hay menos vigilancia, se ocupan zonas comunes y se obstaculiza el paso hasta de los servicios de emergencias».
La orografía juega en contra a la hora de diseñar cualquier estrategia, advierte Villar. «En O Hío solo hay un vial de entrada y salida desde O Igrexario a Pinténs, otro hacia Nerga y otro hacia Donón, pero no hay conexión entre ellos», explica. Tampoco hay alternativa, como en la zona de playas de Aldán, «porque esto es una península y no está preparada para asumir tanto tráfico», insiste. Sin embargo, aseguran los lugareños, este año se han batido todos los récords de masificación. «Hay vecinos que ya ni bajamos a la playa los fines de semana y otros que no salen directamente de sus casas en determinadas franjas horarias por miedo a accidentes», indica para explicar cómo altera su vida esta situación. Tampoco ha ayudado el cambio en la fiscalización de las vías de acceso y los entornos de las playas. «Hasta el año pasado se encargaba la Policía Local que, por ejemplo, ponía vallas amarillas cortando el paso cuando los leirapárkings estaban llenos. Ahora no hay presencia policial, la Guardia Civil no tiene tanto personal fijo y eso se nota en que se actúa con total impunidad», lamenta.
Mercedes Villar, vecina de toda la vida, sabe que siempre se multiplicó la población en verano, «pero nunca se había llegado a tal invasión. Comenzó desde que se hizo el corredor y la autovía de O Morrazo, porque el acceso hasta la rotonda de Aldán es más fácil». La avalancha se disparó tras la pandemia y se descontroló el año pasado con los turistas portugueses, que «copan el 80 o 90 % de los leirapárkings y que a las 10.00 horas ya hacen cola para coger plaza».
Pero no es cuestión de nacionalidades, sino de convivencia: «Ahora ya no respetan ni aceras ni la propia calzada. No podemos ni andar por la calle, meten los coches en caminos privados, delante de garajes, en líneas amarillas, y provocan serios perjuicios a los residentes. Necesitamos ayuda para que la gente no aparque así», concluye la presidenta vecinal.