«Duermo en la playa y es muy duro levantarte sin que nadie te apoye»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

CANGAS

XOAN CARLOS GIL

Rafael no escapa de su situación de calle tras salir de la cárcel y dejar la droga

16 may 2023 . Actualizado a las 00:58 h.

Rehabilitado de la droga y purgados sus delitos en la cárcel, para después volver a encontrarse en la calle, sin ninguna oportunidad para rehacer su vida de una manera digna. Rafael López Tombo, de 48 años, ha seguido el camino que le han marcado desde las instituciones para poder reinsertarse en la sociedad. Todo para seguir viéndose en la estacada, durmiendo con su novia en una playa de Cangas protegidos por un cortavientos que esconden por el día y que, para colmo, se lo acaban de robar. «Pedimos un trabajo y un techo y lo que nos dan es un albergue», lamenta. «Se lavan las manos diciendo que me vaya a un albergue. Que lo hagan ellos. Allí hay droga y, como no duermas con un ojo abierto, te roban el móvil, te roban todo», dice.

Las soluciones a su alcance no le sacan de la marginalidad en la que sigue viviendo. «Vengo de la Xunta, fui a Cáritas, al Concello, a la Cruz Roja. Me dieron papeles para entrar en el sorteo de viviendas de protección y eso puede tardar años, y a lo mejor no me lo dan», afirma. Rafael ha pasado 23 años de su vida en prisión por numerosos robos con fuerza. «Estuve preso desde los 19 a los 46. He robado en pisos, en tiendas, bolsos, he hecho muchas cosas de las que me arrepiento y lo haré toda la vida», confiesa. Continúa empadronado en el piso del Calvario en el que cumplió la última etapa de desintoxicación del programa terapéutico de Érguete. De allí alquiló una habitación y después se fue a la calle. Cobrando una pensión de 454 euros mensuales, pagaba 275 por un dormitorio en Balaídos y las cuentas no le daban. «Estoy agradecido porque me den esa ayuda, pero no se quién puede vivir con eso», señala.

Ha dormido muchas veces en la estación de autobuses de Vialia y también en un cajero del BBV de la Gran Vía. «Nunca te acostumbras a levantarte en la playa o en la calle sin nadie que te apoye. Es muy duro», asegura.

Por eso Claudia fue como un ángel que apareció en su vida. «Ella me ayudó a salir del mundo en el que estaba. Me di cuenta gracias a ella de que ese no era el camino», afirma. Dormía en un banco de Vialia y se le acercó. Él le contó que su única familia es una tía que es monja y que fue misionera en el Congo y en Perú. Claudia, uruguaya, vivía en casa de una hija y buscaba trabajo. Tenían en común esa búsqueda por la supervivencia y decidieron caminar juntos por ese objetivo. La religiosa les envió un poco de dinero. Viajaron a Barcelona para intentar empezar una nueva vía. «Buscamos un piso humilde y luego una habitación por no poder optar a otra cosa porque nos pedían un seguro». Tuvieron que regresar a Galicia tras acabarse sus ahorros sin haber podido encontrar un modo de subsistencia. En A Coruña, tampoco tuvieron ninguna oportunidad ni optar a ninguna ayuda al no estar empadronados. «La condición para atenderme era el padrón», señala.

Oscar Vázquez

De vuelta a Vigo, la calle les seguía esperando. Pasan noches al raso en la playa. «Con mucho frío, mojados, lloviendo de madrugada, no puede ser», afirma. Por eso ella también ha pernoctado alguna noche en la casa de su hija, como último recurso. «Vive con su marido y los niños y no tienen espacio», afirma. Rafael cuenta que Claudia no tiene aún permiso de trabajo, pero ha puesto anuncios en Internet. «Hay cada individuo que le hace proposiciones de todo tipo», asegura. Él también busca trabajo desesperadamente. Probó en varias empresas, pero no tuvo éxito. «Quiero vivir tranquilo con mi pareja y trabajar, porque no quiero que me regalen nada», afirma.