Un modesto asentado en la élite

víctor currás VIGO / LA VOZ

CANGAS

XOAN CARLOS GIL

Tras casi media vida juntos, Emilio Méndez y el Marítimo de Canido siguen navegando de la mano

16 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El Marítimo de Canido se encuentra a punto de cumplir sus bodas de oro y no se podría entender su presente sin la figura de Emilio Méndez. El director técnico del club llegó hace 22 años para quedarse y convertir su pequeña escuela de vela en una de las mejores de Galicia. Con el principal apoyo de los padres de los regatistas y de los socios del Marítimo, en Canido mantienen el rumbo.

Más de 40 años de experiencia en el mundo de la vela le avalan. Emilio ejerció de monitor en los clubes náuticos de Vigo, Cangas o Ferrol, así como de juez de regatas en toda la costa gallega. Precisamente recibió la llamada del Marítimo de Canido para colaborar con el Trofeo que comenzaba a organizar el club.

Desde el año siguiente pasó a ser su principal responsable convirtiéndola en una de las pruebas más importantes de la náutica gallega. «Si me tengo que quedar con algún momento, sería con la edición de 2014 y sus más de 300 participantes». En apenas tres años desde su llegada pondría también en marcha otra regata en otoño que formaría parte de la Semana del Atlántico y la Escuela de Vela.

Los meses de verano son precisamente en los que el club concentra una mayor actividad. Durante las vacaciones medio centenar de niños se inician en su escuela de vela en las categorías de Optimist y Raquero.

Los jóvenes aprenden el sentido de la responsabilidad o el espíritu de equipo mientras se divierten en su primera experiencia en el mar. Al término de las vacaciones el grupo se reduce a una veintena de regatistas. «No es sencillo porque muchos ya tienen actividades y la vela ocupa muchas horas» reconoce Emilio.

La progresión del club ha sido espectacular en estos 20 años. «Antes nadie conocía a Canido fuera de aquí y ahora hay un prestigio a nivel nacional e incluso internacional», ya que cada verano varios regatistas acuden a los distintos campeonatos de España.

El Marítimo se coloca habitualmente entre los cinco mejores clubes de Galicia por el baremo que elabora la federación de vela al término de cada temporada. El ente federativo también reconoció la labor de Emilio en su última Gala da Vela celebrada en Sanxenxo este mismo año.

La escuela deportiva se combina con las actividades sociales del propio Club Marítimo. «Los socios siempre están pendientes cuando volvemos de la regata y preguntan».

Son precisamente sus cuotas y las de los padres de los regatistas las que sostienen al equipo económicamente. Los patrocinios aún se encuentran lejos de las cifras de la década pasada pese a la mejora paulatina por parte de las subvenciones.

El día a día de la escuela también tiene su eco en las redes sociales. Entre su perfil de Facebook y el Canal Marítimo de YouTube cuenta con casi 2.000 seguidores. A través de ellos, emiten resúmenes de las distintas regatas y actividades en las que participan la escuela.

Los medios reconoce que son modestos. Disponen de 10 barcos tipo Optimist, un raquero y un omega para impartir las clases, acompañados por cuatro lanchas neumáticas. Para las regatas, una furgoneta y hasta tres remolques sirven para desplazar a todo el equipo y material necesario.

El futuro deportivo parece no obstante garantizado. La cantera sigue sacando jóvenes cada año, «aunque normalmente al llegar a la edad universitaria deben abandonarla por los estudios». Pese a ello los vínculos permanencen con quienes fueron sus entrenadores, también formados en el club.

Cuatro monitores se reparten las distintas categorías, desde iniciados a los que compiten en las clases de Optimist y Láser. «Es un trabajo de todos que puedan llegar arriba» reconoce Emilio, que defiende la importancia de cada etapa.

Las condiciones del club limitan la actividad a la vela ligera. «Si organizáramos regatas de crucero atraeríamos más actividad», aunque desde el Marítimo ya manejan proyectos para poder crecer. Con Emilio al timón y sin querer poner una fecha de caducidad, el viento sigue soplando a favor.