Sangre balcánica, corazón cangués

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

CANGAS

Ramón Leiro

Alen Muratovic ha prometido raparse la cabeza si el Balonmán Cangas logra la salvación

24 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba el partido contra el Teucro y Alen Muratovic, a plena zancada, se encamina hacia la grada en la que la parroquia morracense se ha pasado más de una hora desgañitándose. Con toda su envergadura, una sonrisa en la cara y una actitud a medio camino entre un ganador de la Champions y una estrella de rock, se lanza sobre la afición para compartir con ellos su alegría. Está exultante porque tras una temporada muy dura, el Balonmán Cangas, al fin, ve la luz al final del túnel. Puede que la sangre de Alen sea montenegrina, pero su corazón es de Cangas.

«Es que lo disfruté muchísimo», explica de su baño de felicidad del sábado, «era un partido importantísimo para nosotros, no decisivo, pero sí clave, y nos volvimos locos con nuestra afición, que es única». A sus 38 años, Muratovic vive cada partido con la ilusión de un juvenil, pero con las hechuras de un lateral de relumbrón. Vive a pleno latido al Cangas y eso ha hecho que entre él y la afición exista un vínculo muy especial desde hace tiempo. «Yo soy así, solo intento ayudar, luego las cosas salen o no. Disfruto con la gente. Quizás sea por el carácter montenegrino, somos un pueblo que cuando te acogen con cariño, lo das todo».

Eso es lo que le sucede al jugador. Está identificado con un Cangas que le acogió, le encumbró y cuando ya estaba fuera de la rueda del balonmano, le pidió que echara una mano y, mutuamente, se recuperaron. En O Morrazo volvió a disfrutar de su deporte y formó una familia. Vínculos demasiado intensos para pasarlos por alto. Quizás por eso hace unos días, y tras una negociación de un minuto, cuenta entre risas, acordó su renovación. Seguirá en el Cangas «divirtiéndome y mientras sepa que puedo ser de ayuda», ya sea en Asobal o en Plata, aunque no quiere ni oír hablar de descenso.

«Tengo que reconocer que yo, cuando teníamos seis puntos, nos veía descendidos», admite, pero las tornas han cambiado. Por la vía rápida, el equipo se ha reenganchado a la vida y Muratovic y sus compañeros pelearán con uñas y dientes por la permanencia. Por lo de pronto, el montenegrino, Potic y Maxi Cancio ya han prometido que si se salvan se raparán la cabeza.

Veteranía y valentía

Muratovic ya está de vuelta de todo en el balonmano, pero eso no impide que viva con emoción cada minuto. En realidad, asegura, el ver que su carrera entra en su última etapa convierte en único cada partido. «Creo que los veteranos, además de jugar, disfrutamos, parecemos más jóvenes que los jóvenes», proclama entre risas «es como si al final de tu carrera volvieses a ser un niño, quieres entregarlo todo, disfrutarlo. Te da tanta rabia pensar en retirarte, que te rejuveneces».

Puede que Muratovic no esté para acumular minutos en cada encuentro, pero el tiempo que está en la pista es de calidad. De mucha calidad. Lo mismo que sucede con Moyano o Suso Soliño. Los tres son la línea veterana de un equipo que sabe que el próximo partido, frente al Puerto Sagunto, es la llave de la permanencia.

«Si ganamos, tendremos la salvación en un 99%, aunque sabemos que en deporte puede pasar cualquier cosa». Para poner sobre la mesa la relevancia del choque contra los saguntinos, a los que el Cangas aventaja en dos puntos, Muratovic define el encuentro como «¡el más importante del año. Es una final entre finales, como si nos estuviésemos jugando Europa!». Y para afrontarlo, la fórmula debe incluir «miedo positivo» que aporte intensidad y concentración, sin agarrotar. El Cangas intentará prolongar la racha y premiar así a la eterna y fiel afición de O Gatañal.