O Morrazo ya vislumbra su autovía

manu otero VIGO / LA VOZ

CANGAS

Oscar Vázquez

Los dos primeros tramos están ejecutados al 85 % y podrán abrirse en mayo. El enlace con Cangas está previsto para el 2019, pero la constructora ha iniciado un desvío provisional de 600 metros

11 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La transformación del corredor de O Morrazo en autovía va tomando forma. A falta de tres meses para rematar el plazo marcado por la Xunta para poner en funcionamiento la ampliación de la vía, los trabajos se centran en tres tramos. A dos de ellos, el de conexión con el puente de Rande y el siguiente -comprendido entre los enlaces de Domaio y Meira-, solo les queda pulir los últimos detalles para reabrirse al tráfico, mientras que el tramo final de esta carretera, el de la salida a Cangas, está todavía en fase inicial. «El tramo uno está al 85 % de desarrollo y se pondrá en servicio en mayo. El segundo está cerca del 90 %, así que en abril podría estar perfectamente rematado. Donde todavía quedan buena parte de actuación es en el tercer tramo. Se ha empezado más tarde y está ejecutado en torno a un 25 %. La fecha establecida para su remate es el verano del 2019, aunque es muy probable que se acabe antes, en primavera», explica Manuel Fernández, ingeniero técnico del proyecto en las obras.

Convivir en el tiempo con la ampliación del puente de Rande ha restado protagonismo a los trabajos de desdoblamiento del corredor de O Morrazo, que a nivel de dificultad no se queda muy lejos de su vecino. «Rande es muy bonito y muy espectacular», asume el ingeniero de O Morrazo, que sitúa como «lo más complejo de esta obra haberla ejecutado sin afectar mucho a las viviendas, que están muy próximas». La construcción del túnel fue otro desafío difícil de superar. «Fue para preservar el castro de Montealegre y la complicación vino porque está justamente encima y se podría comprometer el patrimonio», admite Fernández.

Con los dos primeros tramos a punto, la acción se centra ahora en la última sección de la futura autovía, comprendida entre el enlace de Meira y la salida a Cangas. Con una longitud de 3.850 metros, los trabajos que se realizarán son similares a los dos anteriores, pero cuenta con una particularidad. «Lo estamos haciendo en servicio. Para que no tengan que pasar todos los vehículos por un núcleo como el de Moaña, se está haciendo una carretera paralela, un desvío de 600 metros, que desaparecerá en el momento en que acabemos la obra», desvela el ingeniero.

En esta parte de la obra, en la que en los próximos días se empezará a construir un viaducto de 315 metros de largo una altitud de 60 metros, todavía están pendiente de realizarse más voladuras. «Son el mayor reto, sobre todo porque se intenta no afectar a la población, que tendrá sus beneficios en su momento. No hay duda de que las voladuras podrían haber afectado a viviendas, propiedades o incluso pozos», detalla el técnico.

No obstante, desde la dirección de la obra se ha aplicado un protocolo de grietas. Una medida consistente en visitar las casas de los alrededores antes de llevar a cabo las detonaciones y regresar después para valorar los daño, si los hay, repararlos. «No podía ser de otra forma», sostiene Fernández, que entiende que a los vecinos puedan molestarle el ruido o las vibraciones. El núcleo que se verá más expuesto a las bombas será el de Broullón, que cuenta con viviendas a unos 150 metros de la autovía.

En las secciones más avanzadas, los trabajos se centran en la adecuación de la vía para el tráfico de vehículos y la implantación de elementos de seguridad. El tramo uno, de 3.250 metros de longitud, va desde el enlace de Rande hasta el de Domaio y cuenta con un túnel de 96 metros y un viaducto de 415.

El túnel no es excesivamente largo, pero tiene sus complicaciones. «Ahora se están colocando las barandillas y prácticamente rematado», detalla. La situación es similar en el segmento contiguo. Mide 4.050 metros y dispone de un paso elevado de 407 metros. «El viaducto está hecho, pero va algo más retrasado porque están colocando los perfiles», matiza el ingeniero.

Uno de los retos de la obra es causar las menores molestias posibles a los vecinos. Para ello se han celebrado reuniones con los afectados para explicar paso a paso el proyecto. «Transmitimos la máxima información a los vecinos y no tenemos más que agradecimiento porque han tenido plena colaboración y sabemos que somos un vecino molesto», reconoce Fernández, antes de concluir que por esta vía circularán unos 20.000 vehículos al día.