El mito de la meiga María Soliña

CANGAS

Detrás de la leyenda de esta canguesa acusada de brujería y juzgada hay una persona real que fue juzgada, aunque no fue quemada viva en la hoguera

12 dic 2017 . Actualizado a las 18:05 h.

María Soliña no fue quemada viva en una hoguera, aunque la leyenda lo asegure. Fue presa, torturada, acusada de brujería y desposeída de sus bienes. Pero no ardió en la pira de la Inquisición, aunque no hubiera sido inusual. Una década antes de su procesamiento, eran incineradas en Zugarramurdi (Navarra) seis personas condenadas por brujería. Sin embargo, la canguesa María Soliño (o Soliña) se libró del fuego, pero se convirtió en un mito a quien se sigue cantando en Galicia.

El personaje real difiere bastante de su leyenda. El origen de su desgracia cumple ahora su aniversario número 400. El 9 de diciembre de 1617, una escuadra de piratas turcos arrasó la villa de Cangas. Hubo más de un centenar de muertos, 150 casas fueron incendiadas, la gente huyó a los montes, se sucedieron las violaciones y muchos vecinos fueron capturados para ser vendidos como esclavos.

Cuentan las crónicas que el horror hizo que muchos supervivientes perdiesen la razón. Se volvieron locos, en una época en que aún no existía la expresión «estrés postraumático». Dicen que María Soliña fue una de aquellas personas que perdieron el juicio.

Nuestra protagonista era una vecina de buena posición social. Nacida en Cangas en 1551, se casó con un pescador llamado Pedro Barba, que prosperó hasta fundar su propio negocio de manufactura de pescado. Se sabe que tuvieron hijos, pero no su número. Es posible, por tanto, que existan hoy descendientes de María Soliña.

Patrimonio

El matrimonio Barba Soliño vivía en una clásica casa de patín del centro del municipio de Cangas, tenían varias fincas y su mejor patrimonio eran unos derechos de presentación en la colegiata de Cangas do Morrazo y en la iglesia de San Cibrao de Aldán. Un derecho de presentación se reconocía al fundador de un templo y a sus sucesores, que podían participar de todos los beneficios que dise esa parroquia.

Y en esta clave económica, una vez más, está el quid del proceso contra María Soliña. El saqueo y devastación provocados por el ataque otomano de 1617 dejaron a la nobleza mermada en sus ingresos. No había brazos para trabajar y, por lo tanto, las rentas menguaron. Así que fue denunciada como bruja, junto a otras ocho mujeres de la villa de Cangas. En la acusación ante el Santo Oficio de Compostela se detallaba como prueba que acudía sola cada noche a la playa. Obviaban el hecho de que su marido y su hermano habían muerto en ese arenal, asesinados por los turcos, y dicen que Soliña rezaba para que el mar devolviese los cadáveres y que recibiesen cristiana sepultura.

Los realizadores Emilio Fernández y Alfonso Castaño estrenaron en 2012 el documental A paixón de María Soliña, para el que bucearon en los archivos y llegaron a acceder a la propia declaración de María Soliña en 1621

Se sabe así que no ardió en la hoguera, sino que el Santo Oficio conmutó su pena por la de llevar el sambenito durante seis meses. También es seguro que fue desposeída de sus derechos sobre las iglesias tanto de Cangas como de Aldán, pues este expolio era el objetivo que perseguían los denunciantes.

Aparición

Se desconoce la fecha y la causa de la muerte de María Soliña. Alguna leyenda se apoya en esto para sostener que todavía vive y que puede aparecerse en O Morrazo.

No deja de ser una auténtica crueldad con una persona de carne y hueso que soportó en vida una injusticia enorme. Es de suponer que falleció poco después del juicio, pues contaba 70 años cuando fue procesada. Era una anciana y que no sepamos su final es otra prueba de su destrucción como persona, cuando había pertenecido a una de las familias más prósperas de Cangas en su época.

Así que ni bruja ni quemada en la hoguera. María Soliña es la historia de una injusticia. De una salvajada cometida contra una mujer indefensa. Se cumplen ahora 400 años de aquel ataque devastador que cambió el signo de su vida y la convirtió en leyenda...