Cangas se subleva por la contribución y en Mos protestan contra la autovía

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

CANGAS

XOAN CARLOS GIL

Las localidades de A Guarda y Caminha tendrán un ferri que les una a través del río Miño

18 jun 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

1988 pasará a la historia del área metropolitana viguesa por la «movida» de Cangas. Una concatenación de decisiones del alcalde socialista Lois Pena llevaron a una sublevación casi generalizada de la población y toda la oposición. La decisión del cambio de la alameda vieja encendió los ánimos, que acabaron por alcanzar el punto de ebullición con el aumento de hasta un mil por ciento de la contribución urbana. Las calles de la villa fueron tomadas por la Guardia Civil y los antidisturbios de la Policía Nacional. Lois Pena llegó a cerrar la casa consistorial y el conflicto continuó el año siguiente.

La polémica se extendió también al transporte de ría e incluso se exportó a Moaña, donde un amplio número de vecinos impidieron en varias ocasiones el acceso de los funcionarios a la casa consistorial para protestar por los problemas que les ocasionaba la construcción de una carretera.

Los aumentos de la contribución urbana generaron más o menos problemas en distintos municipios. Por ejemplo, en Redondela se realizó una huelga general ya que al aumento de la contribución se le unía la subida del agua y el traslado de las oficinas de Fenosa a Vigo. Mientras tanto, en Tomiño el pleno acordó una rebaja del 15 por ciento en este impuesto y todos contentos. El malestar vecinal en Mos derivaba de las expropiaciones de los terrenos para la construcción de la autovía. Sus demandas fueron reconocidas por la propia Demarcación de Carreteras.

Avelino Fernández, alcalde de Nigrán, reunía en el cine Imperial a distintos colectivos vecinales para entregarles subvenciones. Decía el cronista de La Voz de Galicia que el acto se había desarrollado al ritmo de un grupo de gaitas. La excentricidad se repetiría días después cuando este mismo alcalde decidía eliminar el nombre de avenida de Castelao y concederle este vial al que fuera jefe local de la Falange. En una carta abierta del alcalde publicada por La Voz decía: «No juzguen el franquismo en mi persona». El propio antiguo jefe del partido ultraderechista publicó su propia carta en este periódico.

Mucho más fino anduvo el alcalde de O Porriño, González Barros, cuando llegó a un acuerdo con la Caja de Ahorros para que ofreciera al municipio un espacio para acoger la biblioteca.

El 27 de noviembre era inaugurado el monumento dedicado a los mártires de Sobredo, en Tui. El monumento había sido restaurado unas semanas antes. Aunque fue inaugurado originalmente en 1932, los falangistas lo volaron tras el golpe de Estado de 1936.

En Salceda de Caselas dieron un nuevo paso hacia la democratización telefónica con la apertura de una nueva central que daría servicio a setecientas personas. En Pazos de Borbén experimentaron la sensación de retroceder al pasado cuando una tormenta les dejó varias semanas sin servicio telefónico.

Casi a final de año, las autoridades españolas de transporte autorizaban la creación de un servicio de ferry entre A Guarda y Caminha.