El banco de alimentos Rías Baixas ayuda a familias necesitadas de Cangas

C. Pereiro SANXENXO / LA VOZ

CANGAS

C. Pereiro

Sus voluntarios distribuyen casi en exclusiva a otras asociaciones

13 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Fernández peina los 83, pero sus ganas de ayudar son imposibles de cuantificar. Lleva cuatro como presidente -desde su creación- del banco de alimentos Rías Baixas, y los kilos de comida que ha repartido junto a sus compañeros se cuentan por miles. Solo el año pasado, desde su sede, en A Telleira, salieron cerca de 130 toneladas.

A diferencia de otros bancos de alimentos, Rías Baixas distribuye su comida casi exclusivamente a otras asociaciones. La mayoría trabajan en la zona del Salnés, como Cambados o Vilagarcía, aunque su mano también llega hasta O Morrazo, concretamente hasta Cangas, donde contribuye a paliar carencias de familias necesitadas.

Es un trabajo voluntario, claro. Manuel va todos los días a organizar y controlar lo que va llegando y saliendo. Tienen dos almacenes que pueden llegar a impresionar a simple vista, con decenas de estanterías cargadas de aceites, pastas, galletas, cacao, conservas, productos lácteos... Sus manos son las que carretan los productos entre ambos espacios.

Pedro, otro voluntario, trabajó como inspector de Sanidad, y su orden es milimétrico, con los productos organizados por fecha de caducidad y por tipo al que pertenecen. «Ahora sé lo pesado que debía resultarles a aquellos reponedores a los que les exigía más atención», ríe. También Dora Pérez, exconcejala de Sanxenxo, y una de las primeras mujeres con el mentado cargo en el ayuntamiento, además de maestra durante 40 años, echa una mano en A Teilleira.

Suelen ser unos diez voluntarios fijos, que llegan hasta veinte cuando la ocasión lo requiere. La mayoría jubilados. Su retiro laboral se ha convertido en una encomiable prestación de ayuda, que logran gracias a las aportaciones de particulares y empresas que reciben. Gestionan la distribución de alimentos lo mejor posible.

«Estamos contentos con nuestra labor. Trabajamos mucho y somos felices», sonríe Manuel. Antes de esta etapa, ayudó en Proyecto Hombre durante varios años en Pontevedra. «La juventud es difícil que pueda echarnos una mano porque claro, ellos deben trabajar o estudiar». «La necesidad aún está presente y a veces sorprende cómo una persona puede perderlo todo de un día para otro», continúa. «Mucha gente no acude a un comedor social por vergüenza, es algo muy duro».

En el banco de alimentos Rías Baixas no solo hay toneladas de comida, sino también de buenas intenciones.