Ocho años viviendo en un barco de Baiona y con la improvisación por bandera

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE / LA VOZ

BAIONA

Agostiño Iglesias

El artista ourensano Tonichi Feijoo ha hecho de la navegación y la música su modo de vida

25 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tonichi Feijoo (Ourense, 1977) lleva algo así como ocho años viviendo en un barco, el Nicole, en el puerto de Baiona junto a su pareja, Marion. Con ambos -su novia y el barco- estuvo dos años navegando, bajo el mero pretexto de sentirse libres, de conocer el mundo -y el mar- y de experimentar lo que él describe como «la mayor aventura que se puede vivir». Unas cuantas vueltas al sol antes, cuando tenía catorce, se compró su primera guitarra y todavía no la ha soltado. Decidió que la música era una buena forma de vida, un complemento perfecto. Puede que fuese porque a esa edad todavía no conocía a Marion, ni al barco, o porque piense que en la vida no hay solo un complemento, sino varios diferentes y, en muchas ocasiones, lejanos. Tanto como de aquí a Jamaica, punto desde el que regresó con 26 días en alta mar de por medio.

«Todo comenzó a raíz de que me recomendasen leer Un paseo por el mundo de Cocua Ripoll. Cuando iba por la mitad del libro ya tenía claro que quería comprarme un barco y largarme con él. Básicamente fue lo que hice. Vendí el que ya tenía, me compré uno más grande y me pasé dos años arreglándolo hasta poder salir con él al mar», cuenta. El 21 de octubre del 2014 a las 11.43 horas, el Nicole soltó amarras en Baiona, con Tonichi y Marion a bordo. La primera parada fue Sines (Portugal). Allí pasaron varias semanas antes de emprender su primera travesía larga, de cinco días en alta mar, hasta llegar a las Canarias.

«Lo apasionante de viajar en barco es que siempre sales sin saber ni a dónde vas a llegar ni cuándo, porque dependes totalmente del viento y de la meteorología. De las Canarias nos fuimos a Cabo Verde y allí pasamos las Navidades», explica Tonichi. Luego pusieron rumbo a la Guayana Francesa. Tardaron 18 días en llegar y para conseguirlo atravesaron el río Maroní. «Era un espectáculo, recordaba totalmente al Amazonas. Fuimos el segundo barco que llegaba allí directo del Atlántico. La Guayana es un sitio superraro y desconocido, tiene una belleza muy natural», amplía el músico ourensano.

Para completar los casi dos años que el Nicole se pasó navegando, hubo paradas en las Antillas, en el archipiélago de Los Roques (Venezuela) -«el lugar más bonito de todo el viaje, sin duda»-, en Colombia, en San Blas (Panamá) y en Jamaica, desde donde viajó hasta las Azores de regreso. La travesía de vuelta duró 26 días, sin paradas, sin tierra a la vista. Un tiempo que termina por convertirse en una experiencia desconocida para la mayoría de los mortales. «Es algo que hay que vivir, no hay manera posible de explicarlo. Empieza cuando llevas sobre una semana en el mar, de pronto algo se para y el propio tiempo empieza a pasar de otra manera. Es una sensación indescriptible pero maravillosa y eso es lo que crea la necesidad de volver a salir a la mar. Ya no concibo la vida sin el barco o sin navegar, igual que no la concibo sin tocar o sin mi familia», afirma.

La música es su otra gran pasión. Mitad autodidacta mitad estudiante, comenzó rasgando la guitarra, sin saber cómo, en el garaje de sus padres. De ahí pasó a hacer Magisterio Musical, luego a miembro de los Festicultores y, desde hace diez años, su carrera artística -«artesanal» como prefiere- está ligada al vigués Diego Pacheco. Juntos forman Tonichi & Pacheco. Afán de improvisación, calidad y mucha fiesta son los tres rasgos característicos del dúo. Versionan canciones como quien da la vuelta al mundo, desde el clásico de Sabina Ruído al Bella Ciao de la resistencia italiana, pasando por las rancheras mexicanas Volver volver y Cielito Lindo. «Solo concibo la improvisación. No hay nada que me guste menos que saber lo que voy a hacer». Tonichi cometerá su mayor y mejor locura: «Voy a ser padre de una guerrera, con la mejor compañera de viaje que existe, Marion».