Santa Marta de Ribarteme, una procesión sin ataúdes: «Non hai dereito a que un home mande nun pobo enteiro»

Eva Fernández Prieto VIGO / LA VOZ

AS NEVES

La tradicional romería vive su versión más inusual, sin féretros por la decisión del párroco

29 ago 2022 . Actualizado a las 19:40 h.

«Me dedico a evangelizar y no a fomentar supersticiones, folclores o brujerías». Así ratificaba Francisco Javier de Ramiro Crespo, párroco de San Xosé de Ribarteme, que en la procesión de este viernes en honor a Santa Marta no iban a estar presentes sus característicos ataúdes, una centenaria tradición que concita el interés del mundo entero, con turistas y periodistas internacionales asistiendo cada año. El nuevo sacerdote de la parroquia, en su cargo desde octubre del 2021, decidió, en contra del sentir popular mayoritario de As Neves, que los cadaleitos no desfilarán más mientras él siga en su cargo. Y así ha salido este viernes la santa.

Desde las siete de la mañana, San Xosé de Ribarteme comenzaba a llenarse de devotos y curiosos. En ese momento empezaban las misas, que seguían a cada hora hasta las 12.00. Muchos visitantes llegaban desde Vigo y otros de diferentes puntos de la geografía gallega. Ese es el caso de Felicidad López. Esta viguesa visitaba la festividad de Santa Marta de Ribarteme por primera vez. Sobre la procesión de los ataúdes señala que es «unha cousa moi persoal, cada un ten a súa fe».

Ella llegó sin saber que ya no se celebraría esta tradición. «Vaia desilusión, chegamos aquí e atopamos que non hai o prometido, así non pode ser», comenta. Mari Carmen, otra feligresa, también desconocía que no se iba a celebrar este singular acto. Para esta vecina es «algo raro» que no salgan los cadaleitos «porque é un costume moi antigo». 

Felicidad López reflexiona sobre aquellos que se ofrecieron, en referencia a las personas que en las ediciones hacían la procesión dentro del ataúd abierto. «O que se ofreceu quererá cumprir a súa promesa...», reflexiona. López apunta que en esta situación «quen fai mal é o párroco». Esta feligresa lamenta que tal vez la fiesta se pierda más pronto que tarde si desaparece la procesión de los féretros. «Non hai dereito a que un home mande nun pobo enteiro», dice Felicidad López sobre la decisión del sacerdote. Desde su punto de vista, el párroco no debería mandar fuera de la iglesia, «os que mandan son os santos non o cura». 

Antes de la misa grande del mediodía, los visitantes aprovechan para pasear por la zona y para comprar en los puestos de rosquillas, pan, velas o ropa. Aún así, un comerciante apelaba a los paseantes a que se animasen más a comprar: «Este ano non vendemos un peine!», exclama. Desde su puesto de velas, Montserrat Troncoso, señala que en años anteriores a esas horas de la mañana había mucha más afluencia de personas. Destaca que «hay menos gente que nunca». Ella tiene una experiencia de catorce años acudiendo a esta romería. Sobre la anulada procesión dos cadaleitos, a Troncoso le parece «muy mal» que no se celebre, «porque la gente está ofrecida y tiene sus derechos». 

Muy cerca del puesto de velas de Montserrat Troncoso está el de Rosquillas Cristaleiro. En el despacha Rosa, por segunda ocasión en esta romería. «Parece que hay menos afluencia incluso que el año pasado», comenta. En aquel momento la fiesta estaba condicionada por el covid-19, pero, a pesar de eso «mirabas que había muchísima gente». Rosa también se muestra molesta porque no haya la famosa procesión de Ribarteme, ya que para ella esa romería es conocida por ese aspecto. «Incluso había lista de espera para meterse en el ataúd», comenta sobre la situación anterior. Fernando, otro asiduo de esta procesión, lamenta que «é unha tradición que se perde»

Cuando suenan las campanas de las 12.00, las personas se van acercando a la carpa situada al lado de la iglesia, catalogada como «zona de culto» por unos carteles colgados a su entrada. Dentro del recinto hay dispuesto un altar. A su lado, descansa la figura de Santa Marta antes de la procesión. A la una menos cuarto termina la eucaristía y sale la procesión con la santa a la cabeza. Va seguida de la comitiva religiosa, de devotos con velas, y también sin ellas, y de la Banda de Música de Rubiós, que amenizó la procesión y posteriormente la comida. Aunque los ataúdes no estuvieran físicamente presentes, estaban en las mentes de todos.

José Modesto, natural de As Neves, observa la entrada del final de la procesión a la iglesia mientras se lamentaba por la costumbre desaparecida. A Modesto le parece «bastante mal» el desfile religioso de este año, ya que «o que traía á xente aquí eran os ataúdes». Benjamín, vendedor de recuerdos de Santa Marta y nacido en As Neves, echa en falta «os caixóns, o dos antepasados nosos». «O máis bonito de todo é o que falta», sentencia. Él aún conserva la esperanza de que el año que viene cambie el parecer del párroco. 

Al final de la mañana, Benjamín, los feriantes y feligreses se retiran para ir a comer, ya sea con sus familias en banquetes improvisados a la orilla de la calzada o en la carpa de la churrasquería de la parte alta del recinto. La Guardia Civil, que estuvo presente en la celebración para evitar conflictos, tuvo que salir corriendo para auxiliar a un vehículo que quedó encallado en el margen de la carretera más abajo del templo. En la procesión del próximo año se comprobará si el destino de los tradicionales cadaleitos de Ribarteme queda también encallado o retoma su esplendor.