As Neves denuncia en el juzgado el insólito robo de dos petrogligos de una tonelada

Monica Torres
Mónica Torres AS NEVES

AS NEVES

GUARDIA CIVIL

El alcalde, Xosé Manuel Rodíguez, recuerda que son un Bien de Interés Cultural catalogado en la Xunta y en el Plan Xeral de Ordenación Municipal

28 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El gobierno local de As Neves denunciará en el juzgado el insólito robo de los dos petroglifos que se llevaron de la parroquia de Rubiós hace unos días. El alcalde, Xosé Manuel Rodríguez, ha dado orden a los servicios jurídicos del Concello para que denuncien el robo en el yacimiento de Casteliño que investiga la Guardia Civil. El regidor recuerda que los dos petroglifos, gravados sobre piedras que suman una tonelada de peso, están incluidos en el inventario de yacimientos arqueológicos de la Xunta, son Ben de Interese Cultural y en el Plan Xeral de Ordenación Municipal está su descripción detallada.

El secretario de la comunidad de montes, Florencio Méndez Rodríguez, fue el que dio la voz de alarma al percatarse del gran vacío en uno de sus habituales paseos por la zona. «El día 13 fue cuando me percaté porque habían desaparecido las piedras completas», explica tras presentar la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil. Presumen que, si bien, no es una zona de difícil acceso desde la pista forestal que sube desde As Neves, «fue un robo planificado, sabían lo que se estaban llevando».

 Cada una de las piedras grabadas con estas manifestaciones pesa más de 500 kilos, por lo que para comuneros y arqueólogos es obvio que tuvieron que emplear un camión o una pala con grúa para poder moverlas. «Tambien quisieron llevar la más grande, por eso quedó dañada, aunque no pudieron porque supera la tonelada de peso», explica Florencio Méndez. Se trata de un nuevo atentado contra su patrimonio cuando aún no han podido recuperarse de los graves incendios del 2017 que, como recuerda el tesorero de la comunidad, «se llevaron por delante las 137 hectáreas de monte comunal». Los dos petroglifos fueron catalogados por Vicente Caramés y Manuel Alfonsín en 1991. Uno de los grabados es una retícula de unos 4.000 años de antigüedad, de la Edad de Bronce y el otro es de cruces, por lo que su cronología es moderna y no superaría los 1.500 años.