Resignados a que el fuego vuelva

Pedro Rodríguez Villar VIGO / LA VOZ

AS NEVES

Oscar Vazquez

Tras la oleada de octubre, no se esperan grandes incendios en verano, pero sí en el futuro

26 dic 2019 . Actualizado a las 22:57 h.

Llega el verano y con él los incendios. En Galicia son crónicos: con el calor y la sequía viene el fuego. Para el investigador de la Universidad de Santiago Edelmiro López Iglesias, que participó en la comisión de investigación de incendios de Pedrogâo Grande en Portugal, el sur de Galicia tiene un clima húmedo durante todo el año y seco durante el verano, un aliado perfecto para los incendios forestales. Si a esto le se le añade que el monte está abandonado y descuidado, se puede decir que el rural gallego es un polvorín que solo necesita una chispa para arder. Pasó en el sur de la provincia en octubre, un fuego potenciado por las ráfagas del huracán Ophelia que calcinó 50.000 hectáreas y mató a 4 personas y que dejó un paisaje lunar en Chandebrito, As Neves y varias parroquias de Vigo.

Siete meses más tarde, nadie se ha olvidado de la angustia vivida. En todas partes se recorre el lento camino hacía la normalidad, cosa difícil cuando al salir de casa lo que se encuentra es un monte pelado con algunos troncos negros a la intemperie. El alcalde de As Neves, Xosé Manuel Rodríguez, cuenta que algunos vecinos aún están en shock. «É unha sensación moi palpable que se converte en medo cando hai lume preto». Lo mismo sucede en Chandebrito, donde los vecinos no consiguen acostumbrarse al paisaje sin árboles. En octubre ardió el 98 % del territorio, según el presidente de la comunidad de montes, Víctor Vidal.

Las secuelas de los incendios no solo se ven a simple vista ni hablando con los vecinos. Hay muchas otras que pasan desapercibidas pero que son igual de graves. Todas las zonas que ardieron se enfrentan ahora a graves problemas ecológicos. La erosión y el arrastre de tierras se ceban con los montes desnudos, las comunidades las enfrentan pero cuentan que ellos solos no pueden. También les duele el bolsillo, porque su principal fuente de ingresos, la venta de madera, desapareció en un fin de semana. Con ya casi todos los árboles talados, no hay recursos para vender durante este año. Tendrán que esperar al ciclo natural de crecimiento de las distintas especies, con el eucalipto como el más rápido, un metro por año aproximadamente.

Con estos ingresos, las distintas comunidades diseñan los planes de actuación del próximo año, con el objetivo de seguir haciendo bien su trabajo. En Chandebrito diseñan un plan de parques forestales con especies autóctonas, mientras que el presidente de la mancomunidad de montes de Vigo, Uxío González, proyecta un anillo verde que proteja la ciudad de incendios como los de octubre.

Son iniciativas que, para expertos como Juan Picos, son correctas mientras no se olvide que las frondosas no «son un bálsamo sagrado contra el fuego. Si llega van a arder igual». Cree que es necesario un plan de actuación más específico y que corrija los errores de planificación urbana. Recuerda que en «Galicia las casas han ido subiendo como la favelas en Río de Janeiro monte hacia arriba», lo que provoca que sea más difícil actuar contra los incendios forestales.

También los comuneros consideran que se debe actuar de una manera más eficaz, al tiempo que critican la falta de ayudas que la Xunta les ha otorgado. Se quejan que si todo sigue así, en cinco años lo de octubre se podría repetir. Coincide en ello el alcalde de As Neves, que avisa que todo el territorio que ardió se está convirtiendo en «unha masa de eucaliptos sen control», imposible de gestionar para el Concello. Avisa de que si eso sigue así, el municipio podría volver a arder.

El secretario xeral de Medio Rural e Montes, Tomás Fernández Couto, se defiende de estas críticas argumentando que han ayudado a las comunidades todo lo que han podido «con la compensación económica de la madera imposible de vender y consolidando suelos quemados». En cuanto a la ordenación de las especies que crecen en zonas quemadas, Couto avisa de que, a partir del año que viene, se impulsara un plan de ordenación y de cambios de especies en las zonas afectadas como en As Neves.

Desde la Consellería de Medio Rural también esperan que este año sea mucho menos intenso que el año pasado porque por ahora no hay sequía. No se deben dejar de tomar precauciones y por eso «hemos instalado 44 nuevas cámaras de videovigilancia y hemos ampliado el contrato de los brigadistas hasta octubre».

Josafat Puente es jefe de la brigada forestal de Seaga (empresa pública de trabajo en el rural) del entorno de Vigo. Lleva siete años luchando contra el fuego en Galicia y nunca ha tenido un curso de formación de más de dos días. Este año, después de los incendios de octubre, volvió como todos los años a la Academia Galega de Seguridade. Explica que lo único nuevo que se le explicó es cómo proteger más casas con un solo camión motobomba. Cree que no estarían preparados para luchar de nuevo contra incendios como los del año pasado.

Aunque no se puede predecir a ciencia cierta, todo apunta a que este el sur de la provincia no sufrirá muchos incendios. Será el momento de que las comunidades replanten y las instituciones prevengan que incendios como los de octubre no se repitan.