La villa carbonizada sigue sin agua potable

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera AS NEVES / LA VOZ

AS NEVES

Oscar Vazquez

Un mes después de los incendios, As Neves continúa con carencias en los teléfonos y la luz

16 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En medio de un bosque de esqueletos de carbono, José Luis Vicente, de 76 años, serpentea su figura menuda tocada con un sombrero para protegerse del sol de O Condado. Camina por el arcén de la carretera hacia Salvaterra con un transistor antiguo por el que escucha una emisora de radio. Es su nexo con el exterior en medio de un paisaje carbonizado. «Aínda non teño teléfono fixo na casa», se lamenta José Luis, que logró salvar su vivienda de las llamas rociando todo con agua cuando el fuego quería asar sus pollos vivos en el gallinero. «Dixeronnos que nun mes ibamos a ter teléfono pero non é certo», se queja este hombre que camina por As Neves con premura hacia su casa, en la colindante parroquia de Meder, ya en el término de Salvaterra.

El patio del colegio de As Neves ha comenzado a reverdecer. Despacito, como el municipio, que, un mes después de la tragedia, sigue luchando por levantar la cabeza. En el centro escolar continua acotado lo que fue un campo de cenizas. «Los niños todavía no quieren jugar ahí, pero disponen de mucho terreno para hacerlo», asegura la directora del centro, María del Carmen Saco. El fuego arrasó medio centenar de árboles del jardín escolar y dobló las persianas. El concejal de Bienestar Social y Voluntariado, Óscar González, asegura que los daños en el centro educativo suman 12.000 euros pero que en el instituto han alcanzado los 40.000. En la escuela familiar agraria A Cancela los setos calcinados son también recuerdos amargos de una lucha sin par contra el fuego.

El Ayuntamiento de As Neves ha habilitado un crédito especial de 100.000 euros para hacer frente a la necesidades más perentorias: reposición de alumbrado, de cierres, señales y otras infraestructuras. En una época en que ya no se confía en Mr. Marshall, el municipio que ha sido declarado zona de emergencia, con un 90 % de sus superficie afectada por las lapas y un 50 % de los bosques quemados intenta recobrar la normalidad. Pero todavía persisten muchas dificultades. El edil González explica que van a encargar a una empresa de ingenieros agrónomos y topógrafos una reordenación del suelo, una planificación para evitar que vuelva pasar una tragedia así. Óscar González cuantifica en 1.283 las incidencias en propiedades que se produjeron en el fin de semana aciago. Ahora los propietarios tienen que solicitar las ayudas correspondientes.

El 40 % del municipio continúa sin suministro potable, según el concejal. Las cenizas que inundaron el río hacen que el agua que se consume en el centro de la villa y en buena parte de las parroquias siga contaminada y se mantenga el reparto de grandes botellas a domicilio. Rosa Sánchez, una de las voluntarias, pone de relieve todavía hay cincuenta colaboradores repartiendo agua para las casas donde no se puede beber ni cocinar con el líquido que sale del grifo. En Tortoreos, Batalláns, San Pedro, en la zona alta de Rubiós, en la Estación y en el casco urbano de As Neves se encuentran en esta situación. «Damos siete litros por casa para beber y cocinar, pero la cantidad varía en función de las necesidades de cada familia», explica una de las personas que trabaja desde hace un mes para garantizar los suministros básicos a sus vecinos. La generosidad ha sido inmensa por parte de empresas de la comarca, como Aguas de Mondariz o de lugares más lejanos como Viana do Castelo o Ferrolterra. «Ayer mismo nos llegaron 27.000 litros de agua de Narón», comenta Rosa Sánchez. El Concello ha recibido una ola de solidaridad, desde empresas que regalan piensos a otras que mapean el territorio. «Contamos cunha base de datos con 70 u 80 voluntarios que queren colaborar con nós para o que faga falta», señala Óscar González en una pausa entre llamadas de teléfono y gestiones que despacha con celeridad porque las necesidades son muchas y el tiempo es limitado. González recorre la circunvalación donde se alza una antigua cerrajería. Hoy sigue acordonada por el riesgo de derrumbe de las ruinas causadas por los incendios. Sus dueños han trasladado provisionalmente la actividad a otro recinto. Por el peligro de desplomes han tapiado una vivienda situada en el centro de la villa junto al cruceiro y que fue la única del casco urbano que quedó destruida por las lapas que se propagaron por la estructura de madera. También se han sellado los accesos a una casa en el barrio de la Estación.

La mayor empresa

Cerca de allí se mantiene casi intacto el amasijo de hierros en que se convirtió la empresa Maderas Vial. En el aserradero todavía huele a chamusquina. El paisaje es desolador, vehículos calcinados y hierros retorcidos y oxidados. No hay rastro de vida en la que hasta hace un mes era la empresa más floreciente del municipio. Pero uno de sus propietarios, Nelson Alonso, confía en que como el ave fénix puedan resurgir de sus cenizas en la misma ubicación. Pero para ello hace falta que primero se complete la peritación de todo lo quemado. Esa es la razón por la que vehículos, maquinaria y todos los restos de la nave permanecen en el mismo lugar en los que dejó la bola de fuego que los arrasó. Alonso estima que las pérdidas superan los cuatro millones de euros. «No vamos a recuperar todo pero esperamos que nos ayuden lo más posible. Así no los han prometido», confía.