Para pescar lamprea hay que saber latín

Monica Torres
mónica torres ARBO / LA VOZ

ARBO

M.MORALEJO

José Antonio Nieto Alonso ejemplifica la destreza de un arte que se remonta a la época romana

19 nov 2018 . Actualizado a las 10:17 h.

No es de esas comidas que entran por los ojos, pero los atributos del pez con aspecto de alien que remonta cada año el Miño seducen a los paladares más exquisitos desde hace dos mil años. José Antonio Nieto Alonso es uno de los herederos de la industria más antigua del municipio de Arbo. Su vida está ligada a las pesqueiras, esas construcciones formadas por grandes sillares de piedra cuya edificación se remonta al período que va del siglo V antes de Cristo. Es uno de esos arbenses que no solo pescan como los romanos, sino que saben latín. En pleno siglo XXI, tanto este peculiar arte, como el calendario, las redes, el vocabulario y todo lo que tiene que ver con este animal que está a medio camino entre la carne y el pescado tienen la misma vigencia. «Hai xente que cando a mira non quere nin tocala nin probala, pero non te podes fiar da primeira impresión», bromea consciente del cuerpo gelatinoso resbaladizo y sin escamas del pez con forma cilíndrica. Su aspecto durante el sacrificio, mientras se desangra aún viva, puede resultar hasta gore pero todo cambia al catarla.

La denominación de origen de Arbo, su capital, es sinónimo de calidad, porque las lampreas adelgazan, se depuran y afinan a medida que remontan el río. La otra clave, según José Antonio Nieto, está en saber limpiarla, que «é o esencial». Hay que tener habilidad de cirujano porque el proceso tiene su enjundia. Debe retirarse la medula espinal y lavarla bien «para que teña só o seu sabor, retirando todos os lodos».

La preparación en fresco, a la bordalesa o arbense, es decir, guisada en su propia sangre, es el plato más popular. Pero si se cura, el recetario es tan amplio como la creatividad del cocinero. «A lamprea afumada queda ben ata na tortilla, co ovo e a patata. Tamén se pode tomar todo o ano asada, guisada con tirabeques, rebozada como a merluza, no cocido e, por exemplo, no verán, rechea con xamón, ovo e pemento, queda espectacular con salpicón», informa Alonso.

Él y sus seis hermanos heredaron derechos en las pesqueiras A Chumba y Pala de Ferro, por parte de su madre María Alonso y de su padre Abelardo Nieto. Es imposible definir con exactitud qué generación representan porque habría que remontarse hasta los orígenes de las propias pesqueiras. A día de hoy son tres a la vez, pues a José Antonio ya le acompaña el mayor de sus siete nietos y ya se ha convertido también en bisabuelo.

Su relato no lo guarda ninguna enciclopedia. Comenzó a acompañar a su padre a la pesqueira con diez años aunque ahora solo se puede entrar al ser mayor de edad. «Daquela iamos co candil de aceite para alumbrar e cunha moeda porque, como non había reloxos, sabías cal era a hora de saír no momento en que a luz do día era suficiente para distinguir se era a cara ou a cruz, así marcábanse as oito da mañá», recuerda.

Su padre acababa de regresar de Cuba, adonde emigró con doce años siguiendo los pasos de su progenitor. Y de la isla volvió convertido en boxeador. Era conocido en el ring como El Americano y, aunque la Guerra Civil truncó su carrera deportiva, la familia guarda alguna crónica de 1923 sobre su primer combate en la ciudad de Pontevedra. Ni entonces ni ahora hay mujeres en las doscientas pesqueiras que jalonan el Miño en Arbo, debido a la enorme fuerza física que se requiere para sacar las redes.

La jerga es otra de las riquezas del milenario patrimonio local, al igual que el insólito sistema de turnos. Son varias las familias herederas de cada pesco y, sin normas escritas ni problemas alguno, todos saben qué días les toca pescar o cómo se reparten las capturas. «Eu teño dous fóra e un dentro, en Pala do Ferro, e tres fóra e un dentro na da Chumba», indica, porque arma cada tres y cuatro días, respectivamente, mientras que otras familias usan las jornadas intermedias. Si son varios el mismo día han de repartir las capturas en función de los derechos heredados de cada uno. Los vecinos conocen los nombres de todas las pesqueiras y de sus partes: o rabo, o lapadoiro, o envidadoiro, a quenlla, o poio...