La hermana de la asesinada en Arbo: «Me dijo que si la veía con otro hombre les pegaría un tiro»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

ARBO

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Un amigo asegura que dejó de hablar con la mujer por miedo

18 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La segunda jornada del juicio por el doble crimen de Arbo puso de manifiesto, por un lado, la obsesión que Arturo Domínguez sentía por la que había sido su pareja durante nueve años y, por otro, que el acusado de asesinato de Beatriz Rodríguez y su novio estaba tranquilo horas después de haberse consumado los asesinatos que se le imputan.

La hermana de Beatriz Rodríguez, asesinada de un disparo en la cabeza junto a su novio Sergio Rodríguez en el interior de un coche en Arbo a principios de julio de 2015, aseguró que la fallecida sufría malos tratos, circunstancia que provocó que se fuese a vivir a su casa. Desde ese momento, según relató ayer en la Audiencia de Pontevedra, las visitas de Arturo Domínguez eran constantes para intentar convencerla para que reanudase la relación. «Incluso me pidió que la echara de casa», añadió, al tiempo que recordó cómo en una ocasión el acusado «me dijo que si la veía con otro hombre, les pegaría un tiro a los dos y los enterraría con una pala».

Tras insistir en que también le aseguró que «si no era para él, no era para nadie», la testigo aludió a que el encausado la vigilaba diariamente, llegando a plantear la posibilidad de instalar un sistema para controlarle los mensajes de WhatsApp. Durante su comparecencia se mostró convencida de que el acusado siguió y controló a su hermana «hasta el último momento».

Una declaración bastante similar prestó el que fue novio de esta joven, quien remarcó que Arturo trató de poner en contra a ambas hermanas. Asimismo, apuntó que el día en el que se consumaron los asesinatos se encontraron con él y se percataron de que tenía las piernas arañadas. Recordó que les comentó que había estado hasta las seis de la mañana de caza furtiva, algo que nunca se creyó y que entiende que no tenía otro objetivo que buscarse una coartada.

El resto de testigos, con mayor o menor intensidad, dibujaron la obsesión del encausado por la madre de su hija. Un amigo narró cómo mantenía conversaciones de amistad por WhatsApp con la fallecida hasta el día en el que el acusado se plantó delante de él y le preguntó si tenían algo más: «Dejé de hablar con ella para no tener problemas con Arturo y su familia».

Seguimientos

De igual modo, un amigo de este último reconoció que, a lo largo de varios meses, lo acompañó en las vigilancias a las que sometió a Beatriz. Aseguró que nunca lo hizo por dinero, sino «para que no hiciera una tolería». «¿Que la matara?», le preguntaron. Respondió: «Nunca se me pasó eso por la cabeza».

En el ecuador de este juicio, el fiscal, que solicita 46 años de prisión, pidió que se dedujese la declaración prestada por dos de los testigos por un supuesto falso testimonio.