«Los museos han sido rancios con las artistas. Ahora se están esforzando»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

A GUARDA

M.MORALEJO

La pintora guardesa Gemma Marqués da clases en la UNED sobre las mujeres en la historia del arte y organiza cada verano retiros pictóricos; «el arte es terapéutico, como la meditación»

19 may 2022 . Actualizado a las 11:15 h.

La pintora francesa del siglo XIX Rosa Bonheur dibujaba fieras al natural: leones, tigres y ganado que estudiaba y retrataba en su hábitat. Fue una artista reconocida en su época, con fama internacional, considerada la mejor pintora de su tiempo. En España llegó a recibir la condecoración de la Orden de Isabel la Católica, un reconocimiento que agradeció regalando al país ibérico el cuadro El Cid, que representa un primer plano de un león. La obra estuvo décadas oculta en un almacén del Museo del Prado. En los libros de historia del arte, ni rastro de la pintora.

El nombre de Bonheur figura en la enorme lista de mujeres artistas silenciadas y que Gemma Marqués (León, 1981) estudia y divulga como profesora de la UNED. Esta pintora, que ha puesto en marcha La Casa Taller de A Guarda, se ha propuesto hacer justicia con las colegas obviadas por la mirada masculina de críticos e historiadores. «Bonheur llegó a pedir un permiso que le permitiese llevar pantalones para meterse en el entorno natural donde se inspiraba para sus obras de animales y fieras», explica Marqués. «Los museos han sido instituciones rancias con las artistas. Ahora están haciendo un esfuerzo, reubicando cuadros y organizando exposiciones para introducir a las mujeres».

Gemma Marqués lleva años indagando y analizando obras de creadoras. Acaba de impartir un curso en la UNED sobre pintoras y sus musas. «Bajo la mirada de los hombres, las mujeres han sido reflejadas en las obras como objetos de deseo, pero ha habido creadoras que se han retratado como mujeres pensantes y de acción que hacen cosas importantes, como Artemisa Gentileschi, del barroco italiano. Se autorretrata a sí misma pintando y vestida de gala, para que el espectador la perciba como la gran pintora e intelectual que fue», explica Marqués. La artista no duda al afirmar que el arte sigue teniendo un vestigio machista: «Hablas de impresionismo y se conoce a Degas o a Monet, pero nadie te habla de Mary Cassatt o Berthe Morisot. Las vanguardias del siglo XX se supone que eran modernas, pero la gran mayoría de los pintores reconocidos eran hombres y súper machistas. Hubo mujeres en las vanguardias pero las han borrado, no se habla de ellas».

Su vocación por la igualdad la llevó a poner en marcha el proyecto Anónimas que le ha valido el premio Luisa Villalta para fomentar la igualdad de la Diputación de A Coruña. Es una serie de retratos de mujeres anónimas, «para que las nuevas generaciones tengan donde mirarse».

Encargos por redes sociales

El trazo de Gemma Marqués nunca para. En su taller de A Guarda forma alumnos en la destreza con el color y los pinceles; faceta que combina con la realización de murales urbanos y con las pinturas que, en estos tiempos, le solicitan por vía telemática. «Siempre se ha pintado por encargo, casi desde el principio de los tiempos, no se sabe si las cuevas de Altamira fueron por encargo... Ahora los pedidos llegan por redes sociales, te ven en Instagram o Facebook y te piden. También a través de las exposiciones». Sus cuadros de motos Vespa son muy demandados, igual que sus acuarelas. «Mi trabajo no se puede contabilizar por horas, como el fontanero. Depende de la complejidad, cuando fijo el precio de una obra lo hago, no solo por el tiempo que me lleva, también tengo que contar la formación, el saber hacer y los años que he estado formándome. De hecho me sigo formando».

Marqués vive del arte, diversificando, combinando su faceta de artista con la de empresaria: «No te queda otra, o te buscas un mecenas... Las Administraciones también siguen subvencionando el arte, pero ahora con otros formatos, con una pintura más urbana, que repercute más directamente en la sociedad». Cada verano, Marqués organiza Retiros pictóricos, escapadas artísticas para pintores y aficionados de distintos niveles que buscan una experiencia vacacional basada en el arte plástico. «Por la mañana tenemos sesiones en el estudio y por la tarde salimos a pintar a la naturaleza. La pintura es terapéutica, ayuda a desconectar del mundo, tiene mucho de meditación».

Hija de pintor, nunca valoró otro oficio que no fuera el de creadora. Una vocación temprana, en su caso, que cree que habría que cultivar en los colegios: «A veces imparten Plástica profesores que no tienen formación artística. No se fomenta la creatividad, no se permite a los alumnos ir más allá y es un error porque la creatividad es necesaria en todo. En cualquier trabajo, si eres creativo tienes mejores ideas y eres más resolutivo». Se trata, según explica, de democratizar el arte. «Los museos hacen directos en redes sociales para explicar cuadros, pero no lo hacen con un lenguaje asequible. Si no sabes qué es el sfumato, ya te perdiste...», lamenta. Una carencia que trata de cubrir con su proyecto cultural en A Guarda. «El arte tiene un sentido. Cuando las personas tienen cubiertas sus necesidades básicas, necesitan el arte para sentirse realizadas y sentirse bien».

Su canción favorita

«Creep» de Radiohead. «Me gusta mucho este grupo. He elegido esta canción por el significado que tiene. Dice ‘soy el rarito, el outsider...’, es un sentimiento que tenemos muchos creadores. Estamos ahí, como a un lado, pero a la vez lo disfrutamos muchísimo y nos apasiona lo que hacemos».