La primera luna fue escasa aunque con buen precio de partida «porque fue muy temprana y la temperatura del agua estaba aún muy alta», apunta. En esta segunda, «tanto en capturas como en precios estamos satisfechos». Todo lo que se captura está vendido y más que hubiera. «El producto se lo llevan todo los viveros de Maemiño, Benítez y Langosteiros», confirma González. Son más de 50 barcos los que salen a diario en su busca.