A Guarda pierde costa mientras espera un año por su plan de regeneración

Monica Torres
mónica torres A GUARDA / LA VOZ

A GUARDA

La erosión se ha tragado ocho metros lineales de litoral y avanza sin remedio

26 sep 2019 . Actualizado a las 00:06 h.

El río engulle sin remedio la playas guardesas de A Lamiña y A Armona. La insólita erosión que ya se tragó cerca de ocho metros lineales de costa en algunos puntos, avanza sin más obstáculo que el de las ramas de los troncos caídos. El Proyecto de Estabilización del Margen del Río Miño en su desembocadura que la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba, anunció hace un año durante su visita a la zona afectada, aún no se ha presentado, pero tampoco se ha puesto en marcha la actuación de emergencia que ese mismo día reclamó el alcalde, Antonio Lomba, para salvaguardar la costa hasta que se ejecutara la solución definitiva. Fue durante la visita que ambos realizaron a la zona afectada el 8 de octubre del año pasado, cuando el agua estaba ya tan solo a un metro de alcanzar el que estiman que es el punto de no retorno y que se corresponde con una balsa de terreno (Cova do Forte), con una extensión aproximada de 150 por 30 metros y que quedó de cuando se comercializaba arena del Miño.

El Ministerio para la Transición Ecológica anunció en el Boletín Oficial del Estado del 31 de enero el concurso para redacción de este plan, con un valor estimado de 40.000 euros y un plazo de ejecución de seis meses.

En el BOE del 23 de julio se publicó el anuncio de formalización del contrato con Ingeniería y Estudios Mediterráneo (una de las dos empresas que se presentaron), por valor de 26.000 euros y según las bases que rigieron el proceso de licitación, el plazo máximo para que esté redactado aún expira en enero.

La preocupación es palpable en A Guarda, donde vecinos y visitantes han sido testigos del avance de la erosión, con puntos en los que ya no hay playa. De ahí que se vuelva a instar la actuación de emergencia a la que ya el alcalde se refirió hace un año porque es en el invierno cuando más avanza la erosión por los temporales y está comprometido todo el cordón dunar de Camposancos. La advertencia vecinal y del propio Concello se produjo hace mucho más tiempo. En el 2015 y, dando respuesta a una solicitud del gobierno local, el servicio provincial de Costas propuso y ejecutó en la zona próxima al Codesal una barrera con sacos de arena y semillas con la que pretendían frenar la erosión, pero el río se la llevó por delante sin contemplaciones. A finales del año pasado se anunció la construcción de una escollera provisional de 50 metros que, según explicó el Concello entonces, la demarcación de Costas del Estado en Pontevedra ya había remitido a la Xunta ya que, aunque la obra sea competencia de Medio Ambiente, la Administración Autonómica debe autorizarla al ser en un espacio protegido por las figuras de Red Natura y Zepa (zona de especial protección para las aves).

Esa escollera era el salvoconducto para proteger el estuario tal como se conoce, pero tampoco se llegó a concretar. El Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex), fue el que analizó la situación y concluyó hace más de un año la necesidad de crear un dique de contención paralelo a la costa, a baja cuota y longitud a determinar, como continuación de los bajos entre las playas de O Muíño y A Lamiña.

La redacción del plan de recuperación aún se adjudicó en julio por 26.000 euros

Los árboles caen desde la primavera del 2018 en la playa

La imagen del estuario del Miño se ha ido modificando con los años más de lo esperado por los movimientos naturales de las corrientes, según los lugareños. La imagen, sin conocimiento de los trámites y proyectos que se puedan estar cerrando en los despachos, es desoladora y quien visita la zona se sorprende con una situación que parece de abandono. «Hace ya más de un año que comenzaron a caer los árboles», recordaba ayer un vecino de Camposancos rodeando uno de los que cruza el arenal de A Lamiña en vertical para poder pasar.

Desde la playa y frente a un talud de más de tres metros, las imponentes raíces de los altísimos árboles que coronan este espacio de especial valor por su ecosistema dunar, amenazan a cuantos pasan porque anuncian desplome. De hecho, el paseo que frecuentan decenas de familias, con niños pequeños incluidos, también durante los meses de invierno se interrumpe a medio camino, donde la pasarela de madera que comunicaba las zonas de Codesal y O Muiño partió cuando la erosión arrastró la base que la sustentaba. En uno de los árboles aún queda un trozo de una cinta de la Policía Local que parece advertir del riesgo pero la pasarela acaba de forma abrupta a tres metros de altura sobre A Lamiña.

Cuando empezaron a caer los árboles, la comunidad de montes de Camposancos decidió apilarlos de manera que pudieran servir para ralentizar la acción de la erosión. Nadie ha evaluado la eficiencia del sistema aunque los troncos se mueven a estas alturas con el propio oleaje por la playa así que no parece que vayan a servir de mucho cuando entre de lleno el invierno. «Esto no es ya urgente sino una emergencia, ya hemos perdido gran parte del complejo dunar y está a punto de consumarse una auténtica catástrofe natural». Tanto el ex pedáneo de Camposancos, Rafael Álvarez, como el regidor insistieron de nuevo en mayo de que la pérdida de litoral había llegado a una situación límite. En cinco años desaparecieron cuarenta metros de playa.